Ocho siglos de historia no se borran tan fácil. Por eso España es uno de los países más diversos y entretenidos en los que he estado.
Mi nueva amiga siria me abrió los ojos para darme cuenta de cuál es la manera de romper las barreras ideológicas.
Volvería cada año a esta ciudad para seguir recorriendo sus calles, cruzando sus puentes y descubriendo sus museos llenos de historia.
Alcanzar la cumbre más alta del mundo es, como dijo Jack Nicholson en «Antes de partir», ser testigo de algo majestuoso.
Este no es el Sydney de los rubios y bronceados, sino el real, que no parece comercial de bronceador y que vale la pena conocer.
Decidí que llegar a Israel con más preguntas que respuestas a buscar entre ruinas e historia, será mi próximo gran viaje.
Hace algún tiempo, cuatro amigos decidimos hacer lo que bautizamos como el “eurofurgonetatrip”, un inolvidable viaje por Europa.
Escuchar Oasis en Manchester y conocer los lugares donde los Beatles marcaron historia en Liverpool marcaron mi magical mystery weekend.
Antes de irme a Europa ya lo había decidido; no podía volver sin haber visto cómo era en el siglo XXI la cuna de la civilización occidental.
Después de mucho viajar, sigo creyendo que lo más lindo que he visto en la vida está a sólo cinco horas de la ciudad donde nací.
Berlín no se parece al resto de Alemania ni a las más clásicas capitales europeas. Es más que eso, es die Größte Hauptstadt (la capital más grande).
“Me da miedo viajar y dejar de sorprenderme con las cosas que veo”. ¿Qué pasa con la capacidad de asombro y los viajes?