Grecia, donde nace la historia


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Yo creo que tipo segundo básico decidí que quería ir a Grecia y a Egipto, ni me acuerdo bien por qué. A Egipto aún no llego pero a Grecia fui cuando estuve de intercambio en la universidad. Antes de irme a Europa ya lo había decidido; no podía volver sin haber visto cómo era en el siglo XXI la cuna de la civilización occidental. 

 

Atardecer en Grecia

La vista desde el ferry

Este viaje lo hice con mi mamá, que me fue a ver, y partimos un mes y medio a recorrer. La llegada a Atenas fue maratónica, una cadena de perder vuelos de bajo costo por mal clima y terminar pagando una millonada por pasajes que originalmente eran súper baratos. Me acuerdo que el aeropuerto era muy blanco, ordenado y que el metro llegaba ahí mismo y dejaba en el centro. Hasta ahí llegaba la modernidad en Grecia.

El hotel quedaba cerca de la plaza Omonia, un sector no muy bonito pero central, desde donde se podía caminar a casi todos lados. Lo primero que me llamó la atención fue que en verdad todo está escrito en griego; la primera noche quería comprar algo para comer y lo único que encontré en alfabeto occidental era un miserable letrero que decía «hot dogs».

Yo quería dejar Atenas para el final, así que al día siguiente salimos temprano a comprar pasajes para ir a Creta. Pero algo hice mal con la tarjeta de mi mamá al intentar sacar plata y terminó atrapada adentro de un cajero griego, y mi mamá llorando en una plaza. Pésima forma de empezar el viaje más esperado. Pasaron un par de minutos y dije: “ya, todo es arreglable en los viajes, llorar no sirve para nada”. Volvimos al hotel, llamé a Chile, solucionamos todo y esa misma noche partimos a Creta.

Puerto de Hiraklion, en Grecia

Puerto de Hiraklion

Eran nueve horas de navegación en un ferry enorme que salía del Puerto del Pireo, el mismo que funciona desde la época de la Grecia Clásica. No duramos ni 10 minutos arriba del ferry cuando dijeron que había un aviso de bomba, así que todos para abajo a esperar mientras policías con perros y bomberos revisaban el barco. Al poco rato llegaron los móviles de los canales de televisión, salieron las cámaras y los reporteros, y nadie entendía nada porque todas las instrucciones eran dadas en griego por altoparlante. Después de un par de horas dijeron que estaba todo bien, así que todos de vuelta arriba del barco y partimos.

Llegamos a Hiraklion en la mañana y tomamos un taxi a un hotel a orillas del Egeo, ese mar calipso que por muchos, muchos siglos ha sabido de batallas y conquistas, y del que tantas páginas había leído.

Hiraklion es la capital y la ciudad más grande de Creta. Durante la Edad de Bronce fue el centro de la enorme Civilización Minoica que dominó el Egeo entre el 3000 y el 1500 a.C., muchos siglos antes del esplendor de Micenas y Atenas, mucho antes de Aristóteles y del siglo de oro de Pericles. Desde el colegio que quería llegar acá y ver el Palacio de Knossos, construido hace unos cuatro mil años y hogar del Rey Minos, quien, según la mitología griega, mandó a construir un laberinto para encerrar al Minotauro, un horrible ser con cabeza de toro y cuerpo de hombre que había concebido su señora, la reina Pasífae, junto a un toro.

Palacio de Knossos en Creta, Grecia

Palacio de Knossos

Este sitio arqueológico es considerado la ciudad más antigua de Europa. Después de su época de esplendor permaneció abandonado desde el siglo XII a.C. hasta que fue re descubierto casi tres mil años después. En 1900 el arqueólogo inglés Arthur Evans comenzó sus excavaciones y posterior reconstrucción, trabajo que le tomó a él y a su equipo unos 35 años.

En el centro de Hiraklion tomamos un bus y en unos 10 minutos llegamos a la entrada; no podía estar más feliz, era como mi Lollapalooza. Mientras yo no cabía en mí de emoción, mi mamá se sentó en una roca y me dijo: «disculpa, tú me dijiste que íbamos a ir a un palacio y esto son ruinas». Había transmitido mucho con el famoso palacio, pero parece que nunca le expliqué que era una construcción de varios miles de años y que lo poco que quedaba en pie era un tesoro arqueológico increíble.

El resto de los días en Creta fue puro relajo y comer ensaladas griegas y risottos del mar a la orilla de Rocca al Mare, una enorme fortaleza de los tiempos en que la poderosa República de Venecia dominaba el Mediterráneo allá por el siglo XIII.

Atenas y mi parte favorita 

Volvimos a Atenas. Todavía faltaba encontrarme cara a cara con la Acrópolis y los templos de los que tanto había leído –y con lo que tanto había sufrido en Historia Antigua en la U–. Me acuerdo perfecto; primera prueba, Historia de Grecia Clásica, 1.000 páginas, empecé a leer tarde, terminé sacándome un cuatro y llegando a dar el examen oral el día después de la final de un mundial de fútbol.

Partenón en Atenas, Grecia

El Partenón

La Acrópolis es lejos de lo más impactante que he visto hasta ahora. Fue el centro alrededor del cual toda Atenas fue edificada. Casi todas sus construcciones fueron levantadas durante el siglo de oro de Pericles, gobernante de Atenas en los años 400 a.C., quien llevó a la ciudad a su máximo esplendor cultural. La Acrópolis está emplazada encima de una enorme roca sobre el barrio de Plaka, el más lindo de la capital griega. También es el punto más alto de la ciudad, estratégicamente ubicado para poder defenderse mejor en caso de un ataque.

La única puerta de entrada a la Acrópolis es a través de los Propileos, una enorme fachada de columnas dóricas que dan la bienvenida. Arriba hay una serie de templos impresionantes, como el de Atenea Niké o el Erecteion con sus seis Cariátides, pero lejos lo mejor es lógicamente el Partenón, el más clásico de todos, mandado a construir en honor a la diosa Atenea, protectora de la ciudad. Debo haber estado varias horas allá arriba, no me importó el calor ni toda la gente que había sacándose fotos, era el momento más esperado y fue increíble. Obvio que me encantaría volver pero nunca va a ser como ese primer encuentro con la historia, donde vi que todo lo que había estudiado de verdad estaba ahí, inamovible desde hace miles de años, y que no era ni mito ni leyenda.

Ir a Grecia es entender un poco de dónde venimos. Entender que estás en el lugar donde nace la historia, la filosofía y la astronomía, el primer indicio de lo que era una sociedad democrática, donde primero se habló de ciudadanos, de física, de metafísica, donde por primera vez se habló de lo que era el alma y de su inmortalidad. Puede que el país no sea hoy el más desarrollado ni un ejemplo de manejo económico a nivel mundial, pero esa riqueza histórica es algo que es sólo de ellos, que no se puede quitar. Y estar ahí no tiene precio, es una experiencia incomparable.

Lugar:

Grecia

Intereses:

Historia

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