Berlin, die Größte Hauptstadt


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Berlín no se parece al resto de Alemania ni a las más clásicas capitales europeas. No se parece a Londres ni a París, ni Madrid, ni a Roma.  

 

Charlottenburg Schloss

Charlottenburg Schloss

La primera vez que fui a Alemania fue medio por casualidad y sin ninguna expectativa. En esa primera visita sólo conocí el sureño estado de Baden-Wurtemberg; primero Stuttgart, la capital, donde rayé con el Museo Mercedes Benz y con el Weihnachtsmarkt, un mercado de Navidad increíble; luego Freiburg y Emmendingen, un pueblito en plena Selva Negra. Después de una semana, todo el grupo con el que fui se quedó a pasar el año nuevo en Berlín. Yo me fui a otro viaje y desde ahí que tengo ganas de volver. Pasaron los años y, aunque nadie sabía explicarme bien por qué, varias personas me decían “anda a Berlín, te va a gustar”.

Tuvieron que pasar seis años pero al final llegué. En el aeropuerto me esperaba una gran amiga que había conocido en mis días de intercambio en el País Vasco y que ya llevaba varios años viviendo allá. Habían pasado seis años pero a los 10 minutos ya era como si nunca hubiésemos dejado de tomar cerveza sentadas en la calle del casco viejo de Bilbao.

East side gallery en Berlín

East side gallery

Berlín no es ostentosa, lujosa ni moderna. Tiene un aire a Europa del este, donde todo es más gris, austero y, a simple vista, no maravilla a casi nadie. Incluso su ubicación al extremo noreste de Alemania, a 70 kilómetros de la frontera con Polonia, ayuda a crear esa sensación de que no estás en la capital de una de las mayores potencias del mundo.

De una forma menos evidente que caminar por Atenas o Roma, caminar por Berlín igual es encontrarse con la historia. Con la historia reciente y que nos impacta mucho más. Por décadas Alemania ha sido sinónimo de guerra, destrucción, genocidio y de una enorme culpa histórica por lo que las guerras mundiales han significado para la humanidad.

No es tan evidentemente linda como París o tan obviamente entretenida como Nueva York. Berlín se va mostrando de a poco. Es impresionante que la ciudad parece ser eterna; a simple vista ya se nota la grandeza y la opulencia que el imperio alemán ha tenido a lo largo de la historia. Las avenidas son enormes, los edificios no son muy altos y no es de esas ciudades en las que hay que andar mirando para arriba, es tan amplia que todo se ve. Berlín no es de callecitas chicas de los cascos viejos medievales tan clásicos de Europa; aquí todo es en grande.

Berlín

Berlín

La gracia de Berlín, al menos para mí, es que no es de esos lugares donde la gente anda corriendo de un lado para otro buscando la foto del lugar imperdible. Aun así es una ciudad de clase mundial y un centro cultural y artístico de primer nivel. No es Tokio, que entre la gente, las luces y la tecnología, te pueden abrumar. La gente que va a Berlín anda en otra onda y eso es lejos lo mejor; todos relajados, mirando, hablando, leyendo, estando no más.

Cuesta imaginarse que hace no tantos años la ciudad era totalmente diferente. Separada por dos muros, el ideológico y el real, sin que la gente pudiera ser libre. Diría que hoy la ciudad sí lo es y eso se percibe mientras se camina; es como si los berlineses quisieran olvidarse del duro pasado que los tocó soportar. Nadie anda preocupado de cómo se ve el resto o de lo que hacen. La gente es relajada y amable, y eso es lo que la hace ser realmente cosmopolita.

La verdad es que no sé cuáles son los imperdibles, pero esto es lo que a mí más me ha gustado en las dos veces que he ido, partiendo porque es barato. En serio, no sé cómo, pero es más barato que Santiago. Un día hice un free tour caminando; es interesante, los grupos son chicos y al final le pagas al guía lo que consideres. Sirve mucho para hacerse una idea general de la ciudad. Hay una avenida gigante que se llama Unter den Linden (Debajo de los tilos) que va desde la Puerta de Brandeburgo hasta la Catedral Luterana, el Berliner Dom; esta calle es como un punto de encuentro y se conoce mucho caminándola entera.

Monumento al Holocausto en Berlín

Monumento al Holocausto

A mí me gustó mucho Mauerpark, un parque por donde antiguamente pasaba el muro y donde los domingos se hace una feria de las pulgas, el Flohmarkt. Yo fui con -12 °C y lógicamente no aguanté mucho rato, pero era para estar toda la tarde. Karl Marx Allee es una avenida grande y justo a la salida de la estación del metro Frankfurter Tor hay una tienda que se llama Humana, el paraíso de la ropa usada en 5 pisos. En esa intersección está la calle Warschauer Strasse; si se camina hacia la derecha unas 7-8 cuadras se llega a la East Side Gallery, a las orillas del río Spree. Acá está lo que queda del muro original, mide 1.3 km y es preciosa. Esta zona perteneció al Berlín oriental y son 103 murales, pintados por artistas de todo el mundo, ansiosos de paz, unión y de todo lo bueno que traería para la humanidad el fin de la Guerra Fría.

Anne Frank Zentrum

Anne Frank Zentrum

Puerta de Brandenburgo

Puerta de Brandenburgo

El barrio de Mitte, que significa «mitad» en alemán, es como el corazón de la ciudad, donde está el centro histórico, la municipalidad, la Puerta de Brandeburgo, muchísimas otras atracciones y un lugar que se llama Hackescher Markt, como un mini barrio con cafecitos, tiendas bonitas, buena vida nocturna, un mercado los fines de semana y el Anne Frank Zentrum, un lugar dedicado a la tolerancia donde se exhibe una muestra permanente que se llama Ana Frank aquí y ahora. Justo detrás de la Puerta de Brandemburgo está el Tiergarten, un parque enorme, que también alberga al zoológico. A la izquierda está el Monumento al Holocausto; para mí fue impresionante adentrarme en ese terreno que se va hundiendo mientras uno va desapareciendo entre los enormes muros de cemento que se van convirtiendo en tumbas o celdas, dando una horrible sensación de encierro. No diría que es un imperdible, pero creo que esto y el Reichstag, el parlamento, son de los lugares de Berlín que ayudan a entender bastante bien la historia reciente.

En Berlín hay muchísimos museos y, como en Alemania está todo organizado, los cinco mejores están juntos en la Museuminsel. A mí me gustaron dos: Neues Museum, el museo nuevo, donde están todas las antigüedades egipcias; la joya máxima y lo único que no se puede fotografiar es Nefertiti, la cabeza de una faraona egipcia perfectamente conservada a más de tres mil años de su creación. El otro es el impresionante Museo de Pérgamo, donde está reconstruido entero el templo de Pérgamo que fue llevado desde lo que hoy es Turquía. Lo mismo se hizo con las puertas de entrada a la ciudad de Babilonia; miden 14 metros de alto por 10 de ancho.

Lo único que pensaba mientras recorría era ¿cómo se movió todo esto y cómo llegó intacto? Es impresionante que los alemanes todo lo hacen bien. Todo menos el café; es lejos el peor café del mundo. Aparte de ese detalle, Berlín es realmente la gran capital; die Größte Haupstadt.

Lugar:

Alemania

Intereses:

Historia Mercados Museos

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