Había escuchado muchas veces sobre estas ciudades, pero nunca imaginé los asombrosos lugares que se escondían por allí.
Contemplar París sin nadie a mi lado fue una de las mejores cosas que me puede haber pasado.
Fueron tres horas caminando entre esqueletos, estalacticas, estalagmitas y, a veces, nadando con el agua al cuello.
Visité por segunda vez Jamaica y por fin viví la experiencia viajera con la que estaba en deuda.
De un bus con un monje loco hediondo a pipí pasamos al auto de un taxista que seguro nos quería secuestrar.
Cerca del lago General Carrera, este pueblo minero que alguna vez fue un pujante caserío industrial, regresa desde el olvido.
Con más de 15 reservas arqueológicas que evidencian su pasado maya, Belize no puede quedar fuera de mi bucket list.
Porque no es fácil encontrar picadas en este pueblo, hice una lista de 5 lugares donde comer rico sin tener que gastar de más.
La Habana fue mi abuela, agosto de 2009, una que otra danza africana y la pasión de un amor al que todavía le quedaba tiempo.
Después de ver los cuerpos samoanos tatuados, símbolos de una cultura milenaria intacta, ¿cómo no agregar Samoa a mi lista de sueños por cumplir?
Lo reconozco: tengo alma golosa. Y, aunque fui sin expectativas, en Bélgica me di cuenta del paraíso gastronómico en el que estaba.
Kecil es una misteriosa isla de Malasia entre medio de aguas turquesas, troncos caídos y dragones de Komodo.