Puerto Cristal: el Humberstone de la Patagonia


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En la costa norte del lago General Carrera, un pequeño pueblo minero que alguna vez fue un pujante caserío industrial recorre el camino de vuelta desde el olvido.

 

Los fantasmas de Puerto Cristal parecen sobrevolar la conversación, mientras comemos un salmón con puré en la hostería de Río Tranquilo, el pueblo pegado a la orilla del lago General Carrera. Es una fría noche de otoño. Afuera, silencio. El caserío que visitaremos al día siguiente puede ser descrito de la siguiente forma: un pueblo minero abandonado con casas de madera que se desmoronan bajo el peso del tiempo, mientras los golpes del clima se ensañan con sus viviendas. El papel mural se desgarra lenta y angustiosamente. Hubo épocas en que la gente vivió y murió ahí, pero ahora no hay nada más.

Me acompañan Sebastián, Claudia y Rodrigo. Hay bromas. Hay botellas de D`olbek, la clásica cerveza patagona. Hay más información sobre el campamento minero, sobre lo que se puede encontrar y lo que no. Por lo pronto, no existe ni se espera tener señal telefónica ni internet. Es ese tipo de lugar. Lo han llamado “el Humbertone del sur”.

Muelle en Puerto Cristal, Chile

El muelle principal, con sus maderas carcomidas por el viento y el agua.

El verdadero temor

Cuando amanece nos encontramos en el muelle principal de Río Tranquilo con Bernardo Casanova, miembro de la familia dueña del terreno. El pueblo se ubica en la ribera norte del General Carrera, en un sector al que solo se puede acceder navegando. Nosotros cubrimos esa ruta a bordo del Calipso, una pequeña pero resistente embarcación que es castigada por el oleaje con insistencia. Más de alguno sufre con las náuseas y ganas de vomitar.

La primera imagen que vemos de Puerto Cristal, todavía desde el barco, es la de una serie de estructuras gastadas en medio de un enclave rodeado de montañas nevadas y un lago que adquiere un color turquesa intenso gracias a los minerales.

Desembarcamos en un muelle de madera carcomido por el agua, el viento y el sol, frente a un sector de bodegas y galpones de madera y piedra que solían utilizarse para guardar el mineral antes de que fuera cargado en los barcos. Bernardo dice que estas son las estructuras más deterioradas del campamento, precisamente por ser la zona del poblado más expuesta al viento y a los temporales, y el plan es restaurarlas. De a poco. En la medida que el dinero lo permita.

Mientras caminamos cerro arriba vemos una hilera de casas. Una diez viviendas que fueron hogar de mineros y que, a primera vista, no parecen muy distintas a unas cabañas turísticas: hechas de madera, con sala de estar y cocina, chimenea, un par de habitaciones y un baño. Las casas e instalaciones mineras están conectadas por caminos de ripio que uno podría cubrir en un día. Pero nos quedaremos más que eso.

Plata de proceso en Puerto Cristal, Chile

Desde la planta de proceso vemos el esplendor de Puerto Cristal y el lago General Carrera, de fondo.

La vida que fue

Nos esperan con el desayuno listo: pan amasado con jamón, queso y mermelada, y un buen café para enfrentar la temperatura y entrar en calor. Dentro hay una estufa a leña donde hierve el agua, una chimenea, una mesa de madera para diez personas y unos cuantos muebles para almacenar víveres.

En este escenario cuesta poco imaginar cómo habrá sido la vida de los habitantes de Puerto Cristal en sus primeros años. Bernardo, que guía el recorrido, habla de jornadas completamente dedicadas a la minería y que dejaban poco espacio para la familia. O el ocio.

Lo que se ve hoy aquí es una mezcla de naturaleza y las huellas del intento de prosperar dentro de casitas de piedra y madera con techos de láminas de zinc. Tirados por ahí se ven viejos zapatos de niños, antiguas cajas de leche en polvo, un gastado ejemplar de revista Caras y varias botellas de vidrio.

El circuito por el lado industrial del pueblo comienza en la planta de concentrado ubicada en la parte alta del poblado y termina en el laboratorio químico, donde se determinaba la calidad del material. En esta sala todavía se ven los equipos que usaban los expertos y hay algunas piedras expuestas en una repisa.

Vivienda en Puerto Cristal, Chile

El interior de las viviendas de los mineros. Aún quedan señales de lo que alguna vez fue un próspero pueblo.

Los últimos residentes

El día está nublado. Caen chubascos. Hace frío. Los dos hijos de José Maureira –el hombre que maneja la lancha– juegan fútbol con un balón casi desinflado en una cancha desnivelada y castigada por la maleza. El arco está oxidado, no hay redes en los arcos y las marcas de cal que establecen los límites de la cancha han desaparecido. Por un segundo, el sonido de los niños parece revivir un lugar que debe haber sido testigo de las maniobras de los jugadores de Minas, Plantas, Administrativos y Naval, los cuatro equipos que disputaban los campeonatos locales de Puerto Cristal.

Muy cerca está la escuela básica, donde un roñoso libro de clases, escrito a mano con tinta, todavía permite leer los apellidos de los alumnos, junto con sus calificaciones parciales divididas por semestre. Hay gran cantidad de notas rojas. También hay fotos de una banda musical tocando en un desfile, además de una pizarra verde, piso de tablas y pupitres individuales de madera.

Puerto Cristal, Chile

Los rastros del abandono se perciben en cada una de las construcciones.

Como recordando a las salitreras del norte, Puerto Cristal tenía su propia pulpería. Aquí, los mejores cortes de carne estaban reservados para los administradores: filete, lomo y sobrecostilla. Los obreros, en cambio, debían hacer cola para conseguir cazuela corriente y estomaguillo.

Durante los años de funcionamiento de este lugar la gente escuchaba radio y veía programas de televisión transmitidos por la red Madre de la Divina Providencia, que los traía grabados de otras regiones. En el edificio donde operaba, ahora se ven algunos discos que en su momento rankearon en la lista de la revista Billboard, y notas locales, como las convocatorias del Centro de Madres y de los clubes deportivos del pueblo.

Termino con una visita por el matadero y los polvorines, justo antes que avisen que es hora de partir. La ventisca a esta hora se escucha como un canto fúnebre y lejano.

Mina en Puerto Cristal, Chile

El zinc y el plomo eran trasladados por rieles que aún sobreviven al paso del tiempo.

Lugar:

Chile

Intereses:

Gente Historia

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