Descubriendo Budapest, Praga y Viena


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Había escuchado muchas veces sobre estas ciudades (Budapest, Praga y Viena). También vi películas que se referían a su historia y otras a sus grandes monumentos, pero nunca me había imaginado los lugares que se escondían por allí. Aunque fueron pocos días en cada una, los aproveché al máximo.

 

Mi felicidad máxima fue aterrizar en Hungría y sentir, después de tantos días con -25 °C, un poco de calor y sol de verdad, no ese sol triste que daba aspecto de que fueran las siete de la tarde siempre. Sin entender nada de húngaro –que es tan difícil como el polaco o el checo– y en un metro que se podría haber desarmado de lo viejo, llegamos a nuestro hostal en el centro de Budapest. La sorpresa fue que en el mismo patio estaba una de las discos más buenas de la ciudad, Morrison’s, donde el carrete estaba asegurado.

Baños de Schezenyi en Budapest, Hungría

Baños de Schezenyi en Budapest

Comenzamos el recorrido por los Baños de Szechenyi, que tienen más de cien años. Se trata de unas termas que quedan en la ciudad y funcionan en invierno –Hungría tiene una de las reservas naturales más ricas en aguas termales–, perfectas para relajarse y para quienes tienen dolores de huesos o problemas musculares. Al llegar nos dimos cuenta de que eran la atracción del fin de semana, así que nos armamos de valor, nos pusimos bikini y, con nuestra mejor disposición, salimos a con varios grados bajo cero corriendo a la piscina. Más de cien personas estaban en lo mismo que nosotras, disfrutando durante horas en los saunas con aroma a menta y en las más de siete piscinas temperadas con estilo romano. Un relajo máximo. La vuelta a los camarines fue más complicada, pues tuve que correr a la intemperie sin chalas y con un frío que me congelaba los pies.

Cuando llegamos al hostal el carrete ya había empezado. Imposible no animarnos, sobre todo porque estaba lleno. Había cinco ambientes bailables, tragos muy baratos y cientos de húngaros haciendo lo posible por bailar reggaeton.

Pero no todo fue carrete. También conocimos el old town muy bien cuidado de Budapest, con edificios que se han mantenido con el tiempo y una vista muy recomendada. ¿Han visto la película Gran Hotel Budapest? Hay varios lugares que se asemejan.

Fiesta en Budapest, Hungría

Carreteando en Morrison’s

Del patrimonio de Praga a las delicias de Viena

De nuestra corta estadía en Hungría nos fuimos a Praga en bus. Nos demoramos siete horas y llegamos en un estado de cansancio absoluto.

Si hay algo de lo que nos dimos cuenta es de que las ciudades hay que verlas de día y de noche; Praga tiene puentes maravillosos como el Charles Bridge, que es Patrimonio Histórico de la Humanidad declarado por la UNESCO. Al igual que Budapest, su centro histórico tiene mucho que mostrar, así que para entender un poco más tomamos un free walking tour con un grupo muy simpático. De hecho, hacía tanto frío que nos llevaron a tomar café entre medio.

En el recorrido vimos iglesias, el muro de John Lennon (aunque él nunca estuvo ahí) y el falso castillo, que terminó siendo un edificio un poco más nuevo. Pero cada calle tiene algo distinto, entre escaleras, callecitas antiguas y comida para probar.

Praga en invierno

Congeladas recorriendo Praga

Algo que nos gustó mucho fue la cerveza. Por menos de un euro se puede probar la cebada checa y sus variedades –que son muchas–, y los mismos checos van recomendando lugares, así que sí o sí hay que preguntar.

Del congelado Praga nos fuimos a Viena, a donde llegamos tras cuatro horas en bus. Caminar por esta ciudad es otro día de historia, pues está llena de monumentos, jardines imperiales y construcciones enormes. A pesar de que intentamos entrar a la famosa Ópera de Viena, no pudimos hacerlo. Pero a falta de una clase histórica de música en la ciudad de Mozart, nos fuimos corriendo a un cafecito a probar los dulces típicos, y qué buena recomendación: torta sacher, Mozart y strudel son enseñanzas de buena cocina y tradición. El que va a Viena y no prueba esto, comete un gran error.

Torta Mozart en Budapest, Hungría

La famosa torta Mozart

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