Siempre he querido viajar a la India, en una aventura para quitarme la mochila de turista y confundirme con la gente local.
De repente abres los ojos y estás muy lejos de tu casa, en Camboya, ad portas de cumplir un sueño viajero.
Conocí este país camino a Bali y, a pesar de comentarios de otros viajeros, entendí que Singapur posee un pedacito de toda Asia.
Después de muchas advertencias para que no fuera sola decidí que me sumaré a una pareja de amigos que anda por allá y conoceré Medio Oriente justo en mi cumpleaños.
Dicen que Praga es una postal, una que está en movimiento, que tiene peldaños, laberintos, museos y galerías de arte. Porque allí está el pasado y el futuro. La vida, las despedidas y el amor.
Cuando visité La Puebla de Arenoso, de donde viene mi familia, ¡nunca habría imaginado la sorpresa que me encontraría!
Cierro los ojos, busco qué es lo primero que viene a mi mente cuando pienso en Bangkok, pero no puedo describirlo fácil o rápidamente. Son miles de imágenes, ruidos y olores.
Después de 20 años regresé a Moscú, donde viví una importante etapa de mi vida. Aunque algunas cosas han cambiado, la capital rusa sigue siendo la imponente ciudad que recordaba.
Desde Hong Kong crucé a Shenzhen y decidimos pasear por Guilin, Yanhghuo, Xingping, Chengdu, Xi’an, Pingyao y Beijing.
Con varios artistas en mi cabeza, viajé a Francia para descubrir la cuna del impresionismo y la fuente de inspiración de famosos cuadros.
Primero fueron los pájaros de Atenas, luego el blanco y el azul de Mykonos y, finalmente, el silencio de Santorini.
Cuando llegas a este pueblo, todas tus percepciones cambian. Quieres quedarte a vivir ahí, y te da lo mismo que te queden cientos de lugares por recorrer. Pai es el paraíso.