Bangkok: capital de contrastes


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Cierro los ojos, busco qué es lo primero que viene a mi mente cuando pienso en Bangkok, pero no puedo describirlo fácil o rápidamente. Son miles de imágenes, ruidos y olores. Parecen figuras pertenecientes a varios puzzles del mundo, mezcladas, tratando de encajar. Y lo consiguen.

 

Al comienzo es abrumador, pero la simpatía de sus habitantes te hace la travesía más fácil, aunque sigue siendo toda una aventura. Si sabes inglés te será más fácil comunicarte, pues la mayoría lo entiende o habla; si no, las señas y dibujos nunca fallan.

Una sonrisa todo lo arregla y así conseguirás que estén dispuestos a entenderte, a ayudarte o, en la mayoría de los casos, a negociar lo que venden. El regateo es parte de la cultura, no tengas vergüenza de bajar el precio, un buen negociador acá puede llevarse todo a precios ridículos.

Tuk-tuk

Tuk-tuk

¿Trafico? Sólo un poco…

Llegó la hora de moverse por la ciudad y opciones hay. El sistema de metro, subte, tren o como le llames, es muy moderno, limpio, seguro y rápido, y sólo pagas el trayecto que vayas a realizar (¡guarda el boleto al ingresar pues debes introducirlo en la estación de salida!).

Si vas a tomar un taxi siempre pide que prendan el taxímetro y asegúrate que lo hagan, si no te cobrarán más de tres veces el valor del recorrido. Otro medio de transporte es el barco, ideal para turistas, ya que los principales puntos de atracción están al lado de una estación de botes.

El tuk-tuk es la locomoción típica: es una moto con carrito y un astuto conductor que esquiva el alborotado tránsito. Ellos reciben cupones en ciertas tiendas si llevan turistas, por lo que si negocias visitar un par puedes lograr que te lleven por sólo un dólar por toda la ciudad y te esperan afuera de los templos para seguir el paseo. Lo recomiendo sólo en esta situación, ya que si la distancia es corta o hay mucho tráfico no les interesará llevarte o te cobrarán en exceso.

Francesca sentada en el Palacio Real

Armonía y paz en el Palacio Real

Buda en armonía

Entre medio de modernos edificios, ruido estruendoso de automóviles y fuertes olores a comida callejera, florecen cientos de templos que al entrar pareciera que toda la locura de la multitud respetara esas paredes. Hay paz. Una quietud que inspira. Te hace sentir que hay algo más allá de nosotros. Y te contagias con la espiritualidad. Monjes de todas las edades te saludan, recuerda sonreír.

Sin duda el Palacio Real te sorprenderá. Su majestuosidad está presente en cada detalle y rincón, te transportas a otra época, a otra vida. Allí encontrarás al famoso Buda Esmeralda, que en realidad está hecho de jade. El vestuario es importante, no se pueden mostrar las piernas y las mujeres deben cubrir sus hombros. En el mismo lugar te lo prestan a cambio de 100 bahts (3 dólares aproximadamente) que te reembolsan al devolver la ropa.

¡Loca por las compras!

Un imperdible es visitar el Chinatown. Si los olores fuertes no son lo tuyo, puede que no disfrutes esta visita, pero yo me las arreglé con una lata de té helado que mantuve muy cerca de mi nariz. Se vende pescados y mariscos al lado de una tienda, mientras de la nada aparecen motos y pequeñas camionetas.

Si tienes tiempo y estás en Bangkok durante un fin de semana, no puedes perderte el mercado de Chatuchak, el paraíso del regateo y los precios bajos. Nada de lo que has visto se le parece y nada de lo que leas se le parecerá. Es el mercado más grande que haya visitado y con la mayor variedad de productos. Tienes ropa, artículos para el hogar, alimentos, suvenires, mascotas, y muchas cosas más. Abre a las 9 AM y cierra alrededor de las 5 PM (definitivamente no es tiempo suficiente).

Chinatown de Bangkok

Carritos de comida en el Chinatown

Durante la noche anda al mercado de Pat Pong, donde el desenfreno está en cada esquina. La mitad de los puestos ofrecen carteras y billeteras imitación de marcas como Prada, Chanel o Luis Vuitton; otros cuantos venden consoladores o juegos sexuales.

El mercado está rodeado de bares, que en su gran mayoría son cabarets, con las puertas abiertas y mujeres bailando el caño con muy poca ropa. Hombres en la calle captan clientes y con cartas ofrecen distintos tipos de shots que incluyen tragos y algo más con una mujer.

Existe mucha prostitución en Tailandia y, aunque yo no lo vi, también es sabida la oferta de trata de menores de edad. La enorme pobreza en las calles choca con la ostentosidad del oro que recubren los altares. La sencillez de la vida del monje que debe dejar todo lo material atrás se contrapone con las masivas transacciones comerciales. Son las discrepancias de una ciudad que ofrece miles de caras.

Dato para el viajero:

Poonsak Tongsuk, más conocido como Joe, ofrece servicios de transporte en su auto. Por 60 dólares nos llevó desde Bangkok al Mercado Flotante, nos esperó y luego nos llevó a otros dos sitios. El viaje duró unas 10 horas, nos entregó información turística y la risa más contagiosa de Tailandia. Teléfono: (66)0870119450.

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