Sólo así pude conocer sus cataratas, géiseres y glaciares, y presenciar el sol de medianoche, una experiencia que no olvidaré nunca.
Pensé que terminaría cambiándome de hostal o matándolos a todos, pero las experiencias hicieron imposible que me fuera.
Es de esos lugares cuya fama no deja imaginarlos fuera de ese contexto. Pero ¡qué sorpresivo puede ser verlos desde otra perspectiva!
Esta es la historia de cómo conocimos, en un mismo viaje, las dos ciudades más alucinantes de Norteamérica. Por Isabel Cameron.
Es imposible irse de la capital catalana sin quedar enamorado de dos cosas: el espumoso y el arte gaudiano.
¿Qué mejor que iniciar nuestra travesía por Europa con una celebración como esta? Por Italo Meza.
Este no es el Sydney de los rubios y bronceados, sino el real, que no parece comercial de bronceador y que vale la pena conocer.
Había escuchado muchas veces sobre estas ciudades, pero nunca imaginé los asombrosos lugares que se escondían por allí.
Más allá de los carnavales de Río y Venecia, el mundo ofrece festivales que no son tan conocidos, pero vale la pena vivir.
Un hermoso puente me lleva a Buda y otro a Pest. Ya no sé cuál es cuál. No importa, hoy son una sola gran ciudad llena de vida y diversión.
Mientras todos estaban de guata al sol en Chile, yo me fui a Europa del Este, donde viví una de las peores olas de frío de su historia.
Tras pasar el Año Nuevo en París con mi familia, la mañana del 1 de enero cruzamos el Canal de la Mancha para vivir 12 horas en Londres.