Es imposible caminar sin suspirar al ver las antiguas edificaciones, los templos y las calles de esta gran urbe japonesa.
Fragmentos de mi vida en otra parte; fragmentos de mi vida en otra parte que pude reunir en la tierra donde nace el sol.
Existen lugares en el mundo que, por muy alejados que estén, siempre sorprenden con lujos para viajeros.
No le tenía ni una fe y me llevé una grata sorpresa. Nunca he entendido mucho de autos, pero la Fórmula 1 es más que motores y ruedas.
Siempre estuvo en mi bucket list y en México pude vivir la experiencia de ver las pirámides de Teotihuacán desde el aire.
Quería comprobar si esa ciudad nevada, iluminada y mágica que nos mostraron cuando niños en las películas, realmente era así en Navidad.
Sin conocer la Polinesia Francesa, creo que no me voy a querer ir nunca. Ya encontraré la manera de quedarme en este espacio que siento tan parte de mí.
Después de mucho viajar, sigo creyendo que lo más lindo que he visto en la vida está a sólo cinco horas de la ciudad donde nací.
Hace tiempo tengo ganas de pasar el Día de los Muertos en México, así que me propuse concretar este sueño prontamente.
Hace unos días recordé con especial cariño ese primer cumple lejos de Chile y de mi gente, aunque con la persona más especial de todas: mi marido.
Cinco días, más de 5 mil escalones, el más bello paisaje, aire puro y felicidad extrema resumen el mejor trekking de mi vida.
Fueron demasiadas desgracias en muy poco tiempo. La solución que el psicólogo no fue capaz de darme la encontré en mi mochila. Así, una vez más, viajar me sanó el alma.