Tengo tantos sueños viajeros que no podría elegir uno solo. Pero hay uno de estos viajes imaginarios que tengo entre ceja y ceja.
Aunque no soy muy amiga del alcohol, en Oviedo probé la sidra y no pude dejarla en toda mi estadía. Por Camila Figueroa.
Hace unos días volviste a Chile viendo cómo esos casi veinticinco meses en Europa quedaron suspendidos detrás de la Cibeles, la Casa de Campo y la Gran Vía.
Cuando estaba en cuarto año de Historia llevaba varios miles de páginas de historia europea leídas y mis ganas de llegar al Viejo Continente ya eran insuperables.
Mi inocente visita a la Sagrada Familia terminó conmigo metida en una despedida de soltero en Barcelona.
Siempre digo que cada lugar tiene lo suyo y que todos me gustan por igual. Pero mi rincón favorito en el mundo es Cádiz.
Las fiestas que no terminan y las playas que parecen fuera de este mundo fueron las razones para comprar un pasaje a una isla que no pierde su magia.
Conocí la isla del carrete mundial pero de forma bien chilensis. Y las experiencias que viví me permitieron despojarme de algo más que mis prejuicios.
Me encanta viajar según mis instintos. Así llegué a Famara, en las islas Canarias, donde las sorpresas no tardaron en llegar.
Vivir lejos de mi hogar me ha dado los mejores momentos, como encontrar al amor de mi vida. Por Mario Valdebenito.
Viajar por el mundo es aprender nuevas recetas para recordar. Porque cuando saboreo un gusto familiar, vuelve a mi mente un recuerdo que creía perdido.
Si sufres pero también disfrutas con las películas de terror, entenderás por qué tengo tantas ganas de visitar estos lugares.