Hay ciudades que no te encantan a primera vista, pero con Boston fue enseguida. Es, definitivamente, el tipo de ciudad en la que podría vivir.
La cultura neozelandesa parece demasiado perfecta para los que estamos al otro lado del Pacífico, pero no es lejana a la realidad.
Aquí van mis mejores momentos en Nueva York, a donde volvería todos los años para seguir descubriéndola.
Íbamos a recorrer el Parque Nacional Conguillío. Pero los GPS no funcionaron y terminamos perdidos durante ocho duras horas.
Cumplí mi sueño de recorrer la selva peruana navegando por los ríos Marañón y Ucayali, alrededor de Pacaya Samiria.
Holanda logró dejarme loca. No me arrepiento de nada de lo que hice y me quedé con cuatro buenos motivos para volver.
Mientras el sol se escondía, se oía la rica música de una banda de steel y yo me convencía de que este lugar del mundo tiene todo el derecho a autodenominarse “la isla feliz”.
Nuestro transporte transformó el viaje en una experiencia única e inolvidable, haciendo que algunos pormenores ceilandeses pasaran por alto.
Recuerdo que anoté en un papelito que esa ciudad estaba todavía muy despierta para entender su propio silencio.
Este viaje me dio lucidez y tranquilidad para el desafío que venía. Fue el baño de energía viajera que me hacía falta.
Vivir afuera debe ser una de las vivencias más estimulantes en la vida, y Sídney es una de las mejores ciudades del mundo para hacerlo.
Después de ver «la pequeña manzana» en los Panamericanos, decidí contarles cuáles son mis lugares favoritos de esta ciudad.