En la estación de trenes el Transmongoliano se volvía realidad por tiempo indefinido, convirtiéndose también en un sueño cumplido.
Después de 20 años regresé a Moscú, donde viví una importante etapa de mi vida. Aunque algunas cosas han cambiado, la capital rusa sigue siendo la imponente ciudad que recordaba.
Con varios artistas en mi cabeza, viajé a Francia para descubrir la cuna del impresionismo y la fuente de inspiración de famosos cuadros.
París todavía guarda rincones romanticones. Sitios que miran a los turistas desde lejos, saboreando la vida cotidiana de los parisinos.
Hace rato tenía en mente escaparme a algún lugar donde pudiera descansar el cuerpo y la cabeza al máximo. Y para llegar repuesta, ¿qué mejor que la isla feliz?