La red ferroviaria japonesa es una fantasía. Cubre todo el país y es por lejos la mejor forma de moverse en Japón.
Decidí meterme a un programa de seis días de detox en una paradisíaca isla tailandesa. Nunca pensé ver tantos cambios en tan poco tiempo.
Me fui con una grata sensación de pena y alegría de esta ciudad que me recibió con una mala impresión, pero que me cautivó.
¿Quién dijo que no valía la pena visitar Singapur? A pesar de que no estaba en mi itinerario, terminé quedándome una semana entera, y me faltaron muchas cosas por ver y hacer.
Estuve en Kuala Lumpur hace varias décadas y no me gustó mucho. Durante mi viaje por el Sudeste Asiático decidí volver y me sorprendrí: la ciudad logró conquistarme por completo.
Decidí viajar el 31 de diciembre. Me seducía la idea de pasar la noche de año nuevo a bordo de un avión con destino a algún país lejano.
Después de un mes en la Polinesia Francesa y las islas Cook, agradezco a quienes me ayudaron a cumplir este sueño viajero.
Dormí siesta en un atolón frente a una laguna de colores, y nadé con tiburones y miles de peces. ¡Nada mejor para despedirme de este viaje increíble!
Mi primer acercamiento a las islas Cook fue espectacular: en Rarotonga me esperaban con un paseo en bicicleta y, además, con una linda –y espiritual– experiencia.
Aunque al principio no me gustó la idea de quedarme en una pensión, dos días fueron suficientes para encantarme con esta manera de hospedaje en la Polinesia.
Sin muchas expectativas llegué a Hiva Oa, una de las islas Marquesas. Pero me sorprendieron. Y muy gratamente.
El día amaneció feo y, con él, también mi ánimo. Pero en la Polinesia el clima puede cambiar de un minuto a otro y convertir un buen itinerario en un panorama espectacular.