Viaje express a la cocina mexicana


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No hay mejor manera que conocer un destino a través de sus sabores. Y, en esta ocasión, tuve que probar una de las especialidades de la cocina mexicana: grillos fritos.

Trabajo en un programa de televisión en el que, cada cierto tiempo, viajamos a conocer nuevas culturas con la idea de unir a los latinoamericanos del mundo. Ese día, estando en vivo, en el estudio me dicen: “despídete, te tienes que ir ahora. En unas horas más partes a Ciudad de México”.

Era mi segunda vez en el DF, una ciudad con ese caos latinoamericano que tanto me gusta y, al mismo tiempo, una riqueza cultural increíble. La cineteca nacional, los museos antropológicos, las exposiciones de fotografías en las calles, todo tiene un sello característico. Pero esta vez fui a tomar clases de cocina mexicana.

Camila cocinando en Casa Jacaranda

Cocinando en Casa Jacaranda

El paraíso de los sabores

Jorge y Beto son dos amantes de la cocina que decidieron juntarse y crear la experiencia de Casa Jacaranda, donde todos quienes van a Ciudad de México pueden disfrutar de las legendarias recetas aztecas.

La primera parada fue el Mercado de Medellín, un lugar que reúne los más codiciados ingredientes de la cocina de América Latina. Allí conviven personas de Cuba, Colombia, Venezuela, Perú, Argentina y más, cuya alegría es lo que más llama la atención.

Todo está lleno de colores. Frutas del huerto, verduras, piñatas utilizadas en Navidad por los mexicanos, diferentes tipos de ajíes – o más conocidos como chiles – y banderas que demuestran lo cosmopolita del lugar. Es el paraíso de los sabores.

Allí, Jorge y Beto nos guían para elegir los mejores productos que luego llevamos a Casa Jacaranda, un lugar mágico, decorado con el mejor de los gustos, donde cada detalle está pensado y creado con amor.

Primer plano de un taco con guacamole y chapulines

Preparando mi taco con chapulines

Manos a la masa

El menú de ese día eran tacos de chapulines y guacamole, molotes de flor y queso, enchiladas verdes y flan de coco. “¿Chapulines? ¿Como el chapulín colorado?”, pregunté. “Sí, hoy comerás chapulines. En tu país les dicen grillos, pero estos son fritos ¿cachai?”, me respondió Jorge que sabía todo el vocabulario chilensis.

Mi cara era parecida a ese emoticon con los ojos redondos y saltones. ¡Plop! No me quedaba otra. Ahí estaban los grillitos con sus antenas y patitas. Agarré uno de los tacos hechos por nosotros y le agregué harto guacamole. En el momento que metí las manos en el plato de chapulines para agarrarlos, el nervio llegó a mí. Realmente iba a comer grillos fritos. Ya había comido serpiente, canguro, avestruz y cocodrilo… pero ¿insectos?, no me creía capaz.

Cerré rápidamente el taco y mi jefe me dice: “Ya po Cami, come, estamos grabando”. Ok, ok… Cerré los ojos, di un pequeño grito y masqué intentando olvidar que había insectos en mi boca. “¿Y?”, me preguntaron. Ñami. La combinación del guacamole y lo crujiente de los chapulines era perfecto. Estos mexicanos sí que saben cocinar.

Cada plato era más rico que el anterior. Pero como consejo, jamás le crean a un mexicano cuando te dice que no pica. Y nunca olviden que la mejor manera de conocer un país es vivir su experiencia culinaria.

Camila, Jorge y Beto comiendo

Junto a Jorge y Beto

Lugar:

México

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