Un gran susto en los Geyser del Tatio


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A pesar de que pasamos un gran susto, nada nos detuvo. Aprendimos que el tiempo se debe aprovechar y que nada puede impedirnos seguir la aventura.

 

Desierto de Atacama

En el desierto de Atacama

Con mi familia decidimos viajar desde La Serena hasta San Pedro en auto. Nuestro objetivo era llegar hasta los Geyser del Tatio, el grupo de geysers más grandes del hemisferio sur y el tercero más grande del mundo. Sin embargo, nunca imaginamos que lo que pasaría allí haría que nuestra familia se uniera aún más.

Eran las 4.30 AM y nos pasaron a buscar a las cabañas para ir directo a los geyser. La noche anterior no habíamos podido comer, ya que debíamos tener el estómago vacío para poder subir los 4.200 metros de altura; habíamos dormido sólo un par de horas y la temperatura llegaba a los -18 °C.

Ninguno de los integrantes de mi familia tenía la ropa adecuada para poder soportar ese frío. Decidimos colocarnos diarios en los pies, todas las capas de ropa que encontráramos, y gorros y guantes de lana que habíamos comprado en una feria artesanal del pueblo.

Geyser del Tatio

Foto familiar en los Geyser del Tatio

Con la salida del sol los cerca de 80 geysers existentes en el lugar comenzaron a generar erupciones, un verdadero espectáculo visual que atrae a más de cien mil turistas cada año. Por supuesto que estábamos ansiosos por hacer nuestras fotos familiares y cada vez que alguien nos sacaba una, mi papá se sacaba sus guantes y su gorro, a pesar de que la temperatura aún no subía y nos manteníamos a varios grados bajo cero.

Consecuencias de ser pretencioso

–No quiero más fotos, me siento mal –dijo mi papá mientras se iba a sentar a unas piedras del lugar.

–Papá, estás amarillo, ¿qué te pasa? –le pregunté.

–No siento las manos ni los pies. Tengo mucho frío –contestó.

–Eso te pasa por andar sacándote el gorro y los guantes, ¡un brasilero no puede estar en estas condiciones climáticas!

No le gustó mucho mi comentario y se paró de mi lado. De un segundo a otro cayó desplomado al suelo mientras convulsionaba como si tuviese epilepsia y botada una espuma amarilla por la boca. La desesperación se apoderó de nosotros. Mi mamá lloraba mientras le hacía cariño en el corazón y le gritaba “¡Marcelo, por favor no te vayas, por favor!”. Yo le apretaba las manos para que entraran en calor y mi hermano corrió a pedir ayuda.

Lagunas Miscanti y Miñiques

Lagunas Miscanti y Miñiques

Nuestro guía se acercó y rápidamente le subió las piernas y comenzó a hacerle masajes para que la sangre se fuera a la cabeza. En unos minutos mi papá recobró la conciencia y lo llevaron a la van para poner la calefacción. Principio de hipotermia fue el diagnóstico.

Los siguientes días

“Papito moribundo” fue el sobrenombre que le puse en ese viaje. Y moribundo y todo, seguimos enamorándonos de cada rincón de San Pedro. Fuimos a las lagunas de Miscanti y Miñiques, la laguna de Chaxa y llegamos hasta Laguna Verde, en Bolivia.

A pesar de que pasamos el mayor susto de nuestras vidas, nada nos detuvo. Aprendimos que el tiempo se debe aprovechar y que nada puede impedirnos seguir la aventura.

Lugar:

Chile

Intereses:

#ViajerosFaro

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