Sueños cumplidos en Ecuador


Banner Faro Tours
Banner Faro Tours

Quito, Galápagos y Mashpi Lodge. Sierra, islas volcánicas y un bosque nuboso. Mi mujer, mi hijo y yo. Así, en un dos por tres, surgió este viaje que atesoro en mi mente, alma y espíritu. Toda una trilogía de sueños cumplidos.

 

Nunca había fijado mi atención en Ecuador hasta que un día un colega ecuatoriano y amante de su país provocó lo contrario.

Ahí fue cuando supe que en ese pequeño país existía una diversidad única. Su geografía marcada por la Sierra, la Amazonía, el litoral e islas volcánicas, en conjunto con su historia y atractivo cultural, convirtió a ese país en un candidato para mis próximas vacaciones.

Se lo comenté a mi señora y decidimos que así sería. Ella, yo y mi hijo de diez meses recorreríamos Quito, Galápagos y el bosque nuboso de la provincia de Mindo.

Niños en el Mercado de Otavalo

Mercado de Otavalo

Quito y sus corpulentos testigos de la historia

Tomamos un avión y en unas siete horas ya estábamos en Quito, la primera ciudad del mundo en ser declarada Patrimonio de la Humanidad, la Florencia de Latinoamérica. Nos alojamos en el centro histórico rodeado por monumentos que reflejan y expresan auténticamente la grandiosidad de la arquitectura colonial, barroca y gótica.

Si tuviese que destacar a algunos de estos pretenciosos testigos de la historia sin duda serían la Iglesia San Francisco y la Basílica del Voto Nacional, claro que de manera muy reñida con el resto del conjunto arquitectónico, todos uno al lado del otro, entre plazas y calles que se pueden recorrer a pie.

Ojo que es muy importante llevar el ropaje propio de una ciudad que se encuentra en plena sierra a 2.850 metros de altura y en las faldas de tres volcanes que generan una circulación de aire que hacen imprescindible una chaqueta para la tarde.

Alfonso y su familia en las Islas Galápagos

En las Islas Galápagos

Las islas encantadas

Dejamos atrás Quito para adentrarnos en Galápagos, un conjunto de islas volcánicas que siguen emergiendo del fondo marino a mil kilómetros de tierra firme y que dan cobijo a un conjunto de animales que han encontrado ahí, por cientos de miles de años, una tranquilidad y protección que les ha permitido desarrollarse y adaptarse hasta tal punto que pudieron prescindir de partes de sus antiguas formas y mecanismos necesarios para su propia supervivencia.

Un mundo apartado y exclusivo para tortugas gigantes –el emblemático Solitario George, entre ellas–, iguanas, pingüinos, lobos marinos, fragatas, piqueros y ballenas, que nos permitieron disfrutar de su compañía como si fuésemos uno más de ellos.

La experiencia fue increíble, sin miedos y ajena a todo lo que ocurre en este mundo intolerante. Tremenda clase para mi hijo, aunque no se acuerde, y también para nosotros. Mi más sincero respeto para los líderes ecuatorianos que protegen este santuario de vida.

Bosque nuboso ecuatoriano

Bosque nuboso en el Mashpi Lodge

Bosque nuboso          

Dejamos atrás las islas encantadas, volvimos a Quito y avanzamos unos 100 kilometros al noreste, hacia el Mashpi Lodge, una reserva privada de 1.200 hectáreas ubicada en la ladera occidental de la cordillera de Los Andes.

Ahí nos encontramos con un ecosistema totalmente distinto pero igualmente impresionante. Cambiamos campos de lava, playas coralinas, reptiles y animales acuáticos por un bosque nuboso que se jacta de albergar a uno de los ecosistemas más diversos del planeta. Y, efectivamente, cuando llegamos había una nubosidad muy densa que se entremezclaba con un conjunto de especies arbóreas totalmente heterogéneas en medio de un bosque muy húmedo.

La nubosidad le agregaba un brillo que nunca antes había visto en un bosque, permitiendo que haces de luz se colaran entre las nubes para encontrar refugio en pequeñas gotas de agua posadas en las hojas del bosque primario. Por eso, no me sorprendí al saber que se trata de un bosque intacto, con un alto grado de naturalidad que nunca ha sido explotado, fragmentado o influenciado directa o indirectamente por el hombre. Por lo mismo, el grado de diversidad y riquezas de especies es simplemente alucinante.

Voy y vuelvo

Tendemos a creer que haremos una pausa y luego continuaremos con lo que estábamos haciendo, como si nada fuese a pasar en el trayecto, como si al regresar nada hubiese cambiado en nosotros. Claramente la ecuación vista desde ese punto de vista no da, pues estamos siempre en movimiento y con él vamos cambiando. Pero de nosotros depende el trayecto que escogemos.

A veces acertamos y a veces no. Pero en este caso el sueño de conocer las Islas Galápagos sorpresivamente se convirtió en una alquimia en que la trilogía de destinos terminó por combinarse  y generar en nosotros tres una experiencia inolvidable que aportó un tremendo grano de arena en nuestras vidas.

Lugar:

Ecuador

Comentarios