Sri Lanka, la lágrima de la India
Playas paradisíacas, temperatura anual media entre 28° y 30° C, país multirreligioso y multiétnico, ¿qué más puedes pedir a un destino turístico? Sri Lanka se ha puesto en boga y no ha logrado salir de mi cabeza.
¿Se acuerdan que una de mis mejores amigas está recorriendo el mundo? Bueno, el otro día posteó una foto en Sri Lanka y puso: “En la mejor playa del universo”. Y hey! mis amigos dicen que soy una especie de snob beach, una catadora de playas de lo más crítica.
Y es que tengo derecho a serlo. Viví por más de 15 años en la playa, por lo que no me imagino un destino turístico sin mar, sol y arena. ¿Han cachado que existe gente que le da tirria la arena? Van a la playa y no soportan que sus toallas tengan algún granito. Bueno, yo soy de las que se mete al mar y luego me revuelco en ella. Soy un empolvado arenoso viviente.
Es por esto que sueño con ir a Sri Lanka, un país que mezcla lo mejor de la cultura asiática con paisajes que van desde cascadas y playas, hasta grandes montañas tropicales. Además, es uno de los centros del budismo de la antigüedad y alberga culturas tan distintas como el hindú, el cristianismo, islamismo y los tamiles, la minoría étnica más importante de la localidad.
Recuerdos del Sudeste Asiático
Una de las cosas que más me gustó de Asia es que todo esté lleno de templos y de budas. Hasta los McDonald’s o los Seven Eleven tenían alguna figura budista. Eso lo hacía más especial y, sobre todo, me recordaba que estaba en un lugar muy distinto al que estoy acostumbrada. Subirse a un avión y aterrizar en un lugar donde constantemente te recuerde que no estás en Occidente, es impagable.
En Sri Lanka espero ver budas por todos lados, templos llamativos y detallados como en Tailandia, Malasia o Indonesia, y monjes caminando por las calles. Donde cada persona, animal, paisaje o situación te genere esas ganas incontrolables de retratar todo en una fotografía. Sri Lanka de seguro va a ser el tipo de destino al que agradezco poder salir de mi país y no porque no quiera a Chile, sino porque me hace volver con más ganas de vivir y soñar con mi próximo destino. De eso se trata esta adicción Faro: de salir al mundo y volver sabiendo que hay que ir por más.