Matrimonio en una playa privada de Paraty
Toda mi familia está repartida por el mundo, así que cuando la prima más querida decidió casarse, todos juramos ir donde sea que hiciera su matrimonio. Fue así como nos reunimos en una playa privada de Paraty, donde vivimos un fin de semana en mansiones frente al mar y navegamos en el barco de mi tío cerca de las islas brasileras.
Estoy segura que ni Brad Pitt con Angelina Jolie tuvieron un matrimonio tan espectacular. Llegaron familiares de Chile, Argentina, Italia y Estados Unidos, y todos dormimos en tres casas enormes con vista al mar. Un sueño hecho realidad. Cada mañana despertábamos con el sonido de los pájaros y yo le pedía a mi prima que me jurara que no era un sueño.
El gran día llegó
Mi prima se casó con un brasilero con descendencia japonesa, así que estaba todo lleno de origamis. Nos contaron que los japoneses tienen como tradición hacer mil origamis por cada pareja que se casa. Así que mientras la familia del novio estaba en esas, los Carvallo estábamos saltando del muelle, andando en kayak y bailando con cerveza en mano mientras el DJ probaba el audio a la orilla del mar.
Subimos de la playa, nos duchamos y volvimos a bajar a la hora que comenzaba el atardecer. Con el sonido del mar de fondo, todos nos pusimos en posiciones para ver aparecer a mi prima, vestida de blanco y del brazo de mi tío que no aguantaba las lágrimas. Ahí me di cuenta de que mi felicidad no era sólo por estar en ese paraíso, sino también por compartir un lugar así con mi familia que está tan repartida.
Siempre me ha parecido gracioso que haya primos que hablen portugués, otros español, inglés y hasta italiano. Nunca sabemos cómo hacernos entender, pero al final de cuentas nos comunicamos a través de la risa y los abrazos. Esa noche fue así; bailamos, reímos y nos dijimos lo importante que había sido ese viaje para cada uno de nosotros.
Al otro día
¿Caña? Un poco, pero había que aprovechar el momento. Nos levantamos a duras penas y mi tío nos invitó a recorrer las islas cerca de Paraty en su barco. No es que sea millonario ni nada menos, él sólo decidió dejar toda su vida en Sao Paulo, vender su departamento en la playa y vivir de paseos turísticos sobre el mar. Ese día fuimos sus navegantes.
Conocimos la isla donde grabaron parte de la película King Kong, fuimos a la isla de los monos, a la laguna azul y nos bañamos entre medios de peces coloridos. Todo esto acompañado de camarones apanados y mucha champaña. Había que celebrar.
Al final de cuentas, no es dónde fuiste de viajes, sino con quién y qué recuerdos quedaron. De seguro, éste es lejos el mejor recuerdo familiar.