La multifacética Ámsterdam


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Tengo la suerte tremenda de haber visitado lugares que jamás imaginé, ni en la más grande de mis fantasías. Deseé viajar muchas veces durante años, mientras era un ratón de biblioteca estudiando. Lo que recibí tiempo después fue mucho mayor de lo que esperaba.  Los viajes te cambian, te hinchan el corazón, desarman tu rompecabezas y lo vuelven a armar.

 

Canal de Ámsterdam

Ámsterdam me parece hecha para el romanticismo

Debo decir que la capital de los países bajos es mucho más de lo que sabemos comúnmente de ella. Cuando llegas esperas ver coffeeshops, el Barrio Rojo, muchos tulipanes y vida nocturna ¡y por supuesto que la hay! El Barrio Rojo es increíble, de día y de noche. Y pasar por un coffeeshop puede ser una tremenda experiencia, sobre todo para nosotros que no estamos acostumbrados a tanta libertad. Pero la arquitectura de la ciudad, su historia y su belleza son mucho más impactantes.

Lo mejor para conocer Ámsterdam es arrendar una bicicleta para recorrer la ciudad. No por nada es conocida como “la capital mundial de la bicicleta”; realmente está hecha para andar en ella. Este es uno de los elementos por los que creo que Ámsterdam es una de las ciudades más románticas que he visto. Realmente se disfruta de una ciudad absolutamente distinta sobre dos ruedas, en la que el viento y el sol en lo alto completan el cuadro. Hasta las lluvias repentinas le dan ese toque nostálgico que enternece los corazones.

Y que me maten los fanáticos, pero para mí, es aún más romántica que la mismísima París. ¡Sí, lo dije y qué! Ámsterdam con sus cajellones, adoquines, canales, jardines secretos y bicicletas me parece hecha para el romanticismo. Es amable en el día y efervescente en la noche.

Stampott

Stamppot

Y tengo otra confesión que hacer: como mi lado glotón manda en muchas cosas en mi vida, esta vez no fue diferente. Mi estómago tuvo gran influencia en este amor desequilibrado que siento por esta ciudad. En el paraíso de las dos ruedas fue donde comí el plato más exquisito que he probado en toda mi vida. Sí, uno se puede enamorar con el estómago, demostrado científicamente.

El objeto de mi amor sibarita fue el stamppot, una especie de albóndiga gigante acompañada de un puré de los dioses. Es lo más tradicional y casero que puedes encontrar en Ámsterdam. El plato era enorme (y no digamos que barato) y aun así pensé seriamente en comer otro. Mi vacío bolsillo dio el veredicto final.

Y las cosas para hacer en esta ciudad no paran: visitar el Museo de Van Gogh, el Madame Tussauds, el Museo del Tulipán, la casa de Anna Frank, disfrutar la Plaza Damm, la fábrica de Heineken y un largo etcétera done podemos incluir todas las actividades gratis (las vistas maravillosas, la buena onda, los paseos interminables y los lugares escondidos).

Ámsterdam es imparable y tiene mucho por regalar, sólo tenemos que abrir los ojos y estar dispuestos al cambio.

Bicicleta en Ámsterdam

Ámsterdam es considerada la capital mundial de la bicicleta

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