Florencia soñada
Anoche soñé con Florencia. Esperada y en otras vidas vivida Florencia. En el sueño estaba toda mi familia; mi mamá, mis hermanos y mi pololo. A lo mejor congregué a todos en la ciudad del David de Miguel Ángel, porque en ella se reúnen muchísimos elementos. Es una capital cultural y, en su minuto, también lo fue del país de la bota.
Con mi pololo llegamos a Florencia desde Madrid luego de haber perdido el vuelo, sólo por calcular mal el tiempo de traslado. ¡Primer y último vuelo que pierdo en mi vida! Corrí 200 veces por los infinitos pasillos de Barajas buscando la forma más rápida de llegar a Italia. Teníamos reservaciones que ya estaban pagadas, poca plata y cero posibilidades de alojar en Madrid.
La solución más rápida fue tomar un vuelo directo por Iberia que nos costó los ojos, los dientes y cada pelo de la cabeza. Nos queríamos morir. Ya sentada en el avión me obligué a olvidar el tema lo más rápido posible.
Nos alojamos a 20 minutos caminando del centro histórico, en una casona antigua enorme donde las golondrinas nos despertaban por las mañanas y las maderas crujían toda la noche (y donde estoy segura nos acompañaron varios fantasmas también).
Como el hotel quedaba fuera del centro, cada vez que íbamos al casco histórico nos sumergíamos de a poco en un viaje por el tiempo a través de la arquitectura que cambiaba con cada paso. El corazón de esta caminata era, por supuesto, la Piazza della Signora, donde está el maravilloso Palacio Vecchio, y la hermosa Piazza del Duomo, donde se encuentra el Duomo de Santa Maria del Fiore, con sus colores y su torre que parece llegar al cielo.
Florencia está situada en el centro de una cuenca rodeada por colinas que se pueden disfrutar en todo su esplendor cuando subes la torre y también al llegar al mirador en las alturas del Duomo (que es una travesía en sí misma).
Los lugares turísticos en Florencia son clásicos por algo y no hay cómo perdérselos. Entre ellos están los ya nombrados y, por supuesto, el Ponte Vecchio. Este puente es el más viejo y más reconocido de la ciudad. Su origen es medieval y fue remodelado durante el renacimiento. Fue el único puente que sobrevivió a los bombardeos nazis en la Segunda Guerra Mundial. De ahí lo icónico y representativo.
Pero como casi siempre me pasa, quedo prendada de lo que menos espero y de lo que no he escuchado jamás. Así me pasó con la Basílica de Santa María Nouvella, una de las iglesias más importantes de la ciudad y una real maravilla. Por el costado hay un complejo de pasillos, museos, un gran patio y la farmacia más antigua de Europa que data de 1221 ¡y que aún funciona como tal! Por otro lado, el patio interior es un sueño; me habría quedado días sacando fotos y disfrutando del silencio.
Caminar por Florencia es un regalo. Y, aunque nos cansamos a veces de caminar tanto entre los paseos y la ida y vuelta al hotel, lo haría mil veces más. ¡Caminar tomando helado italiano es lo mejor de la vida! Probé de todos los sabores que pillé, pero contando cada euro (no sólo nos acompañaba el fantasma del hotel, sino que el del vuelo perdido también).
Desearía poder soñar con Florencia cada noche, que me pase lo mismo que esta vez; miré la cara de mi madre que me acompañaba, luego alrededor de ella, el suelo, el cielo. “¿Dónde estoy?”, me dije soñando. Esto es Italia, pero no es Venecia, ni Roma… ¡Es Florencia! Qué increíble sensación.