Detenidas en Isla de Pascua

 

Esta historia pasó hace varios años, cuando junto a dos amigas decidimos recorrer Isla de Pascua para encantarnos con sus playas, sus estructuras arqueológicas, su misticismo y sus habitantes. Sin embargo, en nuestro primer recorrido caímos detenidas en manos de la PDI.

 

 

Camila y Marité en Ahu Tahai

En Ahu Tahai

Cada vez que me subo a un avión me emociono. Cuando comienza la velocidad y empieza el despegue, siento que todo queda atrás y que una nueva etapa de aventuras se acerca. Con esa misma sensación estaba cuando en las pantallas del asiento aparecen las reglas de Isla de Pascua. “Prohibido subirse a los ahu y tocar los moais”, decía.

– ¿Qué son los ahus?– pregunté con la vergüenza de ser ignorante.

– La base de los moais– me responde una de las amigas con las que estaba.

– ¿Cómo alguien se va a subir a eso? Es lógico que no se puede– dije entre risas.

Primer día en la isla

Estábamos emocionadas, no sabíamos por dónde empezar. Todos nos decían que la isla era relativamente chica, así que si caminábamos por la izquierda nos íbamos a encontrar con varias atracciones turísticas. Así lo hicimos y llegamos al Ahu Tahai, un yacimiento arqueológico restaurado entre 1968 y 1970, y donde existen tres plataformas ceremoniales frente al inmenso océano.

Yo no sabía por dónde comenzar a sacar fotos. Me puse ansiosa y les daba indicaciones a mis amigas para que posaran en diferentes lugares. Me encanta ser la autora de las fotos de perfiles de Facebook de quienes viajan conmigo, así que el trabajo me lo tomo bastante en serio.

Moais

La foto de la discordia

“Pónganse ahí, arribita de esa plataforma de piedras. Va a quedar perfecto con la vista al mar”, les dije. Ellas corrieron felices y se subieron sin pensarlo. Les saqué fotos en cuantas poses se les ocurrió. Mientras tanto, una mujer vestida con el uniforme de la CONAF se acercó sigilosamente y comenzó a sacarnos fotos.

– ¿Cómo se llaman?– nos preguntó. Esa era mi parte favorita de los viajes, la sociabilización. Emocionada me acerqué a ella y le dije:

– Yo me llamo Camila, ella es Bárbara y ella Marité. Estamos súper felices de estar acá, ¡es hermosa su isla!

– ¿Y dónde están alojando?– volvió a preguntar, con un tono amigable pero indagador.

– En la hostal de la señora María, usted la debe conocer. Todos se deben conocer aquí, ¿no?– respondió amablemente Marité.

Así pasaron un par de minutos. La señora con muchas dudas y nosotras con todas las ganas de entablar una conversación extendida con ella. Hasta que, de un minuto a otro, y con toda la información que necesitaba, la señora cambió su tono de voz y nos dijo: ustedes están detenidas, la PDI viene en camino. Están sobre una de las estructuras arqueológicas llamada Hare Moa, protegidas por la CONAF.

Panorámica de Ahu Tahai

¡La detención quedó como una anécdota más del viaje!

Detenidas por la PDI

– Tienen derecho a guardar silencio, todo lo que digan puede ser usado en su contra– nos dijo un hombre vestido con el uniforme de la PDI, mientras nos llevaba a una camioneta con luces azules intermitentes en el techo.

Mierda, ese montón de piedras era efectivamente un yacimiento arqueológico y en mi ignorancia lo usé como plataforma de fotos. Llegamos a las oficinas de la PDI y nos atendió uno de los detectives. Nos contó que llevaba una semana en la isla y que odiaba a los isleños, que lo habían obligado a trasladarse y que lo único que quería era volver a Santiago.

– Pásame tu cámara, tengo que borrarte las fotos que sacaste para que los demás no sigan tu ejemplo –me dijo, siempre en tono conciliador. Estoy detenida y ni siquiera voy a poder tener la foto que quiero, pensé mientras le pasaba mi cámara.

Salió de la oficina por unos minutos y me devolvió la cámara guiñándome un ojo y con todas las fotos intactas.

Al final de cuentas, tuvimos que pagar 1 UTM cada una, cerca de 90 mil pesos de la época. Sin lugar a dudas, la foto de perfil más cara que he sacado en toda mi vida.

Intereses:

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