Amor por la moqueca de camarão


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Además de ser una apasionada por los viajes, la comida me quita el sueño. Cocinar, comer, cocinar, comer. Siempre he dicho que tengo alma porcina y hasta el día de hoy lo creo. 

 

Plato de moqueca de camarón en Brasil

El famoso plato

Hace un par de años vi una película en la Penélope Cruz sufría por el amor de un brasilero traidor, rezaba a Iamenjá, la diosa del mar, y derramaba lágrimas sobre la moqueca de camarão. Olvídense de la música romántica de fondo o del delineador corrido de la actriz, mi atención estaba en ese suculento caldo misterioso en el que flotaban camarones tremendos y pepitas de tomate. Hasta el día de hoy no sé cómo se llama la película pero sí encontré la receta del plato, justo unos días antes de irme a Brasil: leche de coco, cebolla, pimentón, ajo, tomate, paprika, cilantro y, lógicamente, camarones. De sólo pensarlo se me hace agua la boca.

Al momento de recibir el pasaje en mis manos, la noche de año nuevo después de haber salido a dar vueltas a la manzana con mi maleta, pensé en caipiriñas, capoeira, playa, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar. De pronto recordé a Penélope y en ese momento lo supe: por fin iba a probar la moqueca.

Encontrarla no fue fácil; es más, me gané el odio de mis compañeras de viaje. Pero en la guerra y en el amor todo vale. Para mi sorpresa, este plato no se come en cada esquina del país y hay que bucear para localizarla. Es como buscar una cazuela de pava en Santiago… difícil. Después de recorrer Ipanema, Copacabana y Leblon estuve a punto de abandonar la misión hasta que, casi por gracia divina, apareció en el menú de un restaurant en la orilla de la playa. El precio era elevado (136 reales versus un plato común y corriente que cuesta 30 reales aproximadamente), pero valió la pena.

Constanza con un plato de moqueca de camarón en Brasil

Moqueca de camarón, ¡por fin!

El mozo llegó con un cuenco con arroz blanco y dos ollas de aluminio tapadas. Nos advirtió que estaba caliente y comenzó a armar los platos, porque por ese precio no sólo comes, sino que además te los arman con total dedicación.

Después de esperar lo que parecieron siglos, por fin era hora de comer. Fue una explosión de sabor, la razón exacta de por qué la comida de los países cálidos me gusta tanto: la combinación de la leche de coco con el tomate perfectamente marinado y el caldo con dejos de ajo, cebolla y pimentón que recubre cada uno de los camarones gigantes que se posan suavemente junto a las papas cocidas y medio huevo duro.

La guarnición extra era una especie de salsa espesa que se hace a partir de los mismos ingredientes con un poco más de azúcar. Suena poético y exagerado, pero es más que una simple comida, es un show que claramente disfrutan montar con una sonrisa mientras los comensales esperan ansiosos. Para una food lover como yo, cumplir el sueño de probar un plato que vi en una película x y que nunca pude sacar de mi cabeza, fue toda una hazaña. Sólo me queda decir que el que la sigue, la consigue.

Lugar:

Brasil

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