Tras unos días playeros en Varkala, nos fuimos a navegar por los backwaters de Kerala, el estado sur de India.
Viajando descubrí muchas cosas de mí y del mundo alucinante en el que vivo, y, de haberme quedado en casa, eso no hubiese ocurrido.
Hace unos días recordé con especial cariño ese primer cumple lejos de Chile y de mi gente, aunque con la persona más especial de todas: mi marido.
Nos aventuramos a un viaje por uno de los lugares que más soñaba conocer de este planeta: ese mar de arena dorada llamado Sahara.
Mi paso por Praga fue corto pero intenso. Esta historia demuestra que, cuando se viaja, nunca está demás leer la letra chica.
India. La inabordable que se entrega y evade, que vela y desvela, que no deja indiferente, que representa un viaje hacia un lugar bastante confuso: tu interior.
Quería sentir la infinitud de este lugar y ver mi sueño reflejado en mi paseo por las nubes del Altiplano.
Intentamos tragar nuestro almuerzo con los ojos llenos de lágrimas y a punta de hipo por la risa que nos dio esta historia.
Descansando en Pokhara tras una dura caminata por el Annapurna, nos invitaron a vivir la que hoy es una de las experiencias más inolvidables de nuestro viaje.
Era mi primer viaje largo, estaba sola en el Viejo Continente y, sin duda, era la primera vez que me encontraba tan vulnerable.
Sapa es un lugar que queda en el norte de Vietnam. Es un valle que queda entre las nubes y que parece sacado de una postal.
Las Rocky Mountains están llenas de osos, alces y venados, cascadas, glaciares y los lagos más calipsos del mundo.