Pichasca: un escape de la rutina

 

Esta es la historia de cuando se cumplió uno de mis sueños más esperados: viajar por trabajo. Les puede sonar aburrido, un poco esclavizante y cero místico, porque uno no es libre de ir a donde se le antoje ni tiene el tiempo suficiente para empaparse de experiencias; pero por suerte lo que más tuvo este viaje fue calma, relajo y placer.

 

Cuando recién partía mis aventuras como periodista fui enviada por mi adorado extrabajo a Pichasca, un pequeño pueblo en la comuna de Río Hurtado, Provincia del Limarí, del que me enamoré por siempre.

Me preguntaron si estaba libre el fin de semana para reemplazar a mi jefa en un viaje all inclusive al que había sido invitada. Desafortunadamente, para ella, no podía ir;  afortunadamente, para mí, yo sí. Después de que me entregaran las coordenadas y el itinerario, mi cabeza se llenó de estrellitas y la guata se me apretó de felicidad. ¿Por qué? Porque toda la vida había soñado con tener un trabajo que me permitiera viajar mucho, aunque fuera por tres o cuatro días, para después compartir mi experiencia y motivar a más viajeros. La Antony Bourdain chilena estaba lista para embarcar y dejar atrás las paredes blancas de la calurosa oficina en verano.

Pichasca

Valle del Limarí

Error de novata número uno: no leer sobre el lugar al que vas a ir. Ya que trabajaba en una revista de moda, acostumbrada a ir a eventos con luces y mucho maquillaje, llené la maleta con lindos vestidos y zapatos altos. Por esas suertes de la vida se me ocurrió incluir un par de zapatillas y un buzo, en caso de que hubiera una clase dirigida. ¡Já! Clase dirigida. Lista y digna para partir, un transfer me llevó al aeropuerto y volé a La Serena. Allí nos pasó a buscar Roberto John, el dueño del Complejo Turístico Las Nietas.

Mientras viajábamos en su camioneta nos contó en qué consistiría el fin de semana. Básicamente el plan era desconectarse del mundo exterior, no hacer nada más que comer en cantidades groseras, tomar cerveza local y relajarse. A esas alturas ya me había dado cuenta de que los tacos eran innecesarios y que el maquillaje no tenía cabida en las actividades diarias, pero no me quejé ni un segundo.

En este verdadero santuario en medio del valle se puede alojar en espectaculares domos y cabañas full equipadas, disfrutar de la piscina, deslumbrarse con el cielo más estrellado y hasta cargarse de energía en una cama de cuarzo al aire libre.

Complejo Turístico Las Nietas

Puro relajo en el Complejo Turístico Las Nietas

Así corrieron los tres días en que fuimos tratadas realmente como reinas. Desayunos con pan amasado recién salido del horno de barro, manjar de leche de oveja, mermelada de copao y pera, todo hecho con las manos de la señora Berta y su hija, quienes tienen un pequeño negocio llamado Las Bertas. También atravesamos caminos que desembocaban en el río Hurtado, fuimos a una ramada donde tomamos chicha local con el alcalde, disfrutamos de asados al atardecer frente a la piscina –con picoteos de quesos Las Majadas– y cosechamos frutas y verduras que más tarde serían nuestro almuerzo y comida.

Pichasca

¡Comimos en cantidades groseras!

Uno de los momentos más memorables fue subir algunos de los senderos que componen las 128 hectáreas del Monumento Natural Pichasca. En este trekking pusimos a prueba nuestro estado físico bajo el sol ardiente, para encontrarnos con una réplica (a escala real) del primer dinosaurio avistado en la zona millones de años atrás y, un poco más adelante, con una cueva donde los hombres de las cavernas se refugiaban del calor y las lluvias.

La moraleja de esta historia es nunca menospreciar un viaje ya sea cortito, de negocios o a un lugar que no les parece muy interesante, porque ahí es donde está la gracia de viajar, en sorprenderse y dejarse encantar por los detalles de cada lugar, su gente y tradiciones.

Trekking Pichasca

Junto al hombre de las cavernas

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