La colorida magia de Medellín y Guatapé

 

Desde chica leí mucho sobre Colombia. Con cada uno de sus libros, Gabriel García Márquez logró que me lo imaginara como un país mágico, con personajes excéntricos y lugares asombrosos. Sólo en Medellín y Guatapé confirmé que Colombia y Macondo son un mismo lugar.

 

Nuestras vacaciones ya estaban planeadas. Con mi prima, que vive Estados Unidos, acordamos encontrarnos en Colombia para recorrer cada uno de los rincones del país. Cuando llevábamos sólo una semana de viaje ya habíamos recibido demasiadas recomendaciones para conocer Medellín. Eso, sumado a que en 2013 ganó el título de “la ciudad más innovadora del mundo” en el concurso City of the Year de The Wall Street Journal, nos llevó a tomar la decisión de incluirla en nuestro itinerario.

Teníamos pocos días, así que tomar un city tour fue la mejor alternativa. Conocimos la Plaza de las Esculturas, un museo al aire libre que alberga 23 obras del reconocido maestro Botero; también visitamos el pueblito paisa del cerro Nutibara, que representa la colorida y colonial arquitectura típica colombiana, con artesanía y exquisita gastronomía de la zona. Sin embargo, lo que terminó de enamorarnos de la ciudad fue el parque de los Pies Descalzos, un espacio público donde puedes sacarte los zapatos y disfrutar de diferentes estaciones que conectan la idea lúdica con las sensaciones.

Pueblito paisa del cerro Nutibara, Medellín, Colombia

Pueblito paisa del cerro Nutibara

Por las noches el mejor panorama fue instalarnos en alguno de los bares del barrio El Poblado, para escuchar buena música, encantarnos con la onda cosmopolita y deleitarnos con la gastronomía internacional de alto nivel que existe en este turístico sector.

El colorido mundo de Guatapé

Cuando pensábamos que Colombia ya no podía sorprendernos más, descubrimos Guatapé, un pueblo que rápidamente se convirtió en uno de nuestros destinos favoritos del recorrido.

Nuestra aventura comenzó en la cima del Peñón de Guatapé, una piedra ubicada a 220 metros de altura que alcanzamos tras subir 740 peldaños, los cuales valieron completamente la pena al admirar desde allí el icónico embalse color calipso de la ciudad, además de las casas de la antigua aristocracia.

Peñón de Guatapé, Colombia

Peñón de Guatapé

Después de haberlo visto desde las alturas, bajamos a recorrer el poblado, para darnos cuenta del colorido mundo que se esconde en sus callecitas llenas de iglesias, fuentes de agua, tiendas, hoteles y viviendas construidas con el típico estilo de los pueblos colombianos. Todo estaba adornado con zócalos que cuentan la historia de su gente, la religiosidad y sus primeros habitantes.

La calle principal nos llevó hasta el malecón peatonal que bordea el espectacular embalse de 2.200 hectáreas de extensión, que fue construido para generar energía hidroeléctrica. Al verlo desde lo alto de la ciudad quedamos atónitas, así que el paseo en catamarán fue un must. Navegamos por entre medio de las islas en un entretenido ambiente que incluía música típica y, como broche de oro, una espontánea clase de baile.

Colombia es así, colorida, mágica, alegre y sorpresiva. Un lugar al que definitivamente no puedes dejar de visitar.

Embalse Peñol-Guatapé, Colombia

El embalse desde lo alto de Guatapé

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