Las misteriosas islas Perhentian
Buscando la playa desierta y perfecta llegamos a Kecil, una de las islas Perhentian, en Malasia, donde por alguna razón estaba todo destruido y abandonado. Ahí estábamos, mi amiga y yo en una isla misteriosa, entre medio de aguas turquesas, troncos caídos y dragones de Komodo.
Llevábamos un mes en Tailandia y no lográbamos encontrar la playa paradisíaca que buscábamos. No porque no lo fuesen, en Tailandia todas las playas tienen arena blanca, palmeras y mar color turquesa entre medio de esas rocas verdes; pero ninguna estaba despoblada. Había cientos de turistas en cada lugar que visitábamos y había llegado al extremo de hacer que mi amiga se levantara a las 6 AM para poder sacarnos fotos sin personas extras, simulando las imágenes de Tailandia que salen en las revistas.
Era el momento de partir; cruzamos la frontera por tierra, con mochila en la espalda y llena de dudas. Malasia era un país muchísimo menos turístico, aún cuando se habla el inglés a la perfección.
Cerca de la frontera existen unas islas llamadas Perhentian: Kecil y Besar. La primera era más barata y por alguna razón no había absolutamente nadie.
Llegamos en bote y lo primero que vimos fue un tremendo resort de madera con playa privada. El tipo de lugares a los que nuestro bolsillo viajero no tiene acceso, pero tomando en cuenta que hace cuatro años el Sudeste Asiático era botado, decidimos preguntar: cinco lucas por noche, 10 dólares de la época cada una. Mejor imposible. Lo más impactante es que la isla estaba totalmente deshabitada. Dentro de este gran resort llamado Shari-La Island sólo estábamos nosotras y una pareja de españoles.
Explorando la isla
Dejamos nuestras cosas en la habitación y nos fuimos a recorrer. En el borde de la isla podíamos ver agua turquesa, arena blanca y palmeras por todos lados. Caminando por el medio de la isla nos encontramos con bosques tropicales con dragones de Komodo incluidos. Por alguna razón estaba todo medio destruido y abandonado: los puestos de comida, los hostales y varias palmeras en el suelo. La marea estaba siempre bien baja, dejando más distancia entre el mar, miles de troncos botados y el bosque. Era mi paraíso; ningún alma excepto nosotras y la naturaleza salvaje, pero intacta.
Por unos minutos empezamos a pensar que la isla estaba encantada. No podía ser que fuese tan barato un resort que tenía la pinta de haber sido topísimo hace unos años atrás. Era una isla paradisíaca, pero no había turistas ni pobladores. Todo estaba en el suelo y la población constaba de lagartijas, dragones de Komodo, tiburones y tortugas. Las piezas del resort eran hermosas, pero el olor a humedad era insoportable. Parecía que nadie había trabajado allí hacía varios meses. En las noches las escasas luces parpadeaban y lo único que tenían en el restaurant era leche de chocolate y pan con miel. Pedimos un chocolate caliente y, en vez de azúcar, estaba todo lleno de hormigas. De verdad ese lugar estaba siendo invadido por la naturaleza, mientras que el sonido del mar y el viento daban la sensación del inicio de una historia de terror.
Misterio resuelto
No, la isla no estaba encantada. Sí estaba todo destruido y abandonado, pero no por fuerzas del más allá, sino por la misma fuerza de la naturaleza. Nos explicaron que cada seis meses existen tornados y mareas que destruyen toda el área, por lo que nos encontrábamos en temporada baja, luego de que el mar se llevara gran parte de las palmeras y la vegetación. Perfecto para mí. Encontré la playa de mis sueños, en un resort cinco estrellas a precio de hostal y todo, todito para nosotras solitas.