Es el proyecto astronómico más grande del mundo, el que espera contestar la gran pregunta del universo: ¿cómo y cuándo empezó todo? Y lo mejor es que está en Chile. ¿Cómo no querer ir?

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El misterio del alma ha sido una preocupación importante a lo largo de la historia. Los griegos escribieron mucho acerca de ella; Platón planteaba que era lo más importante del ser humano y creía en su inmortalidad. Decía que el alma podía vivir plenamente después de la muerte del cuerpo.

La primera vez que escuché hablar del observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submilliter Array) me llamó la atención su nombre. Encontré tan bonito que un proyecto tan revolucionario como éste, que se supone que podrá algún día llegar a descubrir el origen del universo, tuviese un nombre tan poético.

Desde que me enteré de su existencia siempre quise ir, pero al menos por el momento no estaba contemplado abrirlo al público. Cuando se inauguró, hace poco más de dos años, me acuerdo de haber visto la transmisión vía streaming desde mi oficina.

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A pesar de su lindo nombre, ALMA está en uno de los lugares más inhóspitos del mundo, en el Llano de Chajnator, a más de 5 mil metros de altura en el Desierto de Atacama, y a unos 50 km de San Pedro. Un lugar casi prohibitivo para la vida humana, por su altura y sequedad, pero excelente para la astronomía. Allí se instalaron 66 gigantescas antenas que funcionan simultáneamente como un único y enorme radiotelescopio con el que se espera ver la formación de las estrellas en los inicios del universo y tener imágenes en detalle de planetas y estrellas en pleno nacimiento. En pocas palabras, volver al origen.

Este mega proyecto se compone de dos partes en el desierto: las antenas ubicadas en Chajnator y más abajo, el centro de operaciones, a casi 3 mil metros sobre el nivel del mar. En este espacio viven y trabajan cada día hasta 500 investigadores, astrónomos, ingenieros y otros científicos que desde este centro de actividades controlan todo lo que pasa en ALMA. Cada dato que las antenas registran llega a este lugar. Se podría decir que es el corazón de ALMA. No me imagino algo más entretenido que conocer quiénes son las personas que están trabajando para encontrar respuestas a algunas de las preguntas más fundamentales que el hombre se ha hecho a lo largo de toda la historia universal.  ¿Qué pasó en el origen del tiempo? ¿Cómo empezó todo? ¿Qué más hay allá afuera?

Hace unos meses leí que se habían abierto visitas al público los fines de semana, y empezó mi cruzada por conseguir un espacio. Sólo hay que inscribirse en su página web y tener suerte para encontrar un cupo, porque se van volando. Si todo sale bien, este sábado a las 9 de la mañana un bus me pasará a buscar afuera del museo de San Pedro para ir a conocer el ALMA del universo y cumplir mi sueño viajero.

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