Vivez Montreal!

 

Viví cinco años en Toronto y creo haberme escapado unas diez veces a Montreal. No porque no me gustara Toronto, es que en Montreal uno se siente en casa. Una ciudad europea en un país anglo que te atrapa con su bohemia, su hermosa arquitectura, su gente, su vibrante vida nocturna y ese pulso latino que la hace ser única en el mundo.

 

Le Plateau Montreal

Le Plateau

Montreal es la ciudad más importante de la provincia de Quebec y se ubica a unas seis horas de  Toronto. Allí la gente habla un francés antiguo (quebecois), imposible de entender, pero como son bilingües puedes comunicarte en inglés sin ningún problema.

En Montreal se mezcla el pasado con el presente. Un buen punto de partida para recorrerla es el Mont-Royal, el pulmón de la ciudad, desde donde se obtiene una vista panorámica espectacular de la ciudad. En este parque es común ver gente corriendo y ejercitándose en verano o tirándose en trineo durante el invierno. Es también el escenario ideal para un picnic de verano frente a su laguna.

Todos los domingos de verano, gente de todas las culturas se reúne a los pies del Mont-Royal a bailar al ritmo de los sonidos africanos del tamtán, una tradición de más de treinta años que nació a partir de un grupo de percusionistas que simplemente buscaban un lugar cool para tocar. Tanto ha sido el fervor de los locales, que hoy es parte de la cultura callejera de Montreal.

Bajando por MontRoyal llegas a Le Plateau, un barrio hippie de elegantes dúplex de techos puntiagudos y escaleras de hierro, boutiques, tiendas de ropa alternativa, librerías, teatros, tiendas gourmet, bares y restaurantes.  El lugar perfecto para cuchichear. ¿Un imperdible?  Cuando baja el hambre, nada mejor que hacer una parada en Une Crepe, que cuenta con una amplia carta de crepes salados y dulces a precios convenientes.

Panorámica de Montreal

Desde las alturas

¿Otro imperdible? La Banquise, un restaurante sencillo pero amigable y abierto las 24 horas, que ofrece más de veinte variantes de poutines, un plato elaborado con patatas fritas, queso en grano fresco —normalmente cheddar muy poco curado— y salsa de carne.  Algo así como la chorrillana francesa. Es un lugar ideal para el bajón después de la fiesta.

Uno de mis lugares favoritos en Montreal es el Parc La Fontaine, el corazón del barrio del mismo nombre. En verano ofrece conciertos y obras de teatro, mientras que en invierno la gente se entretiene patinando en su laguna congelada con música clásica de fondo.

Para apreciar la parte antigua de la ciudad, hay que dirigirse al Viejo Puerto, donde aún sobreviven edificios del siglo XVII y se ven pasar elegantes carrozas como en las épocas gloriosas. Estar en el Viejo Montreal es como estar en París: su iglesia madre, la Basílica de Notre-Dame (réplica de la famosa catedral parisina) es considerada uno de los patrimonios religiosos más preciados de Quebéc.

Igloofest Montreal

Igloofest

Si de panoramas se trata, hay muchas opciones.  En verano la onda está en los picnics electrónicos, donde miles de personas se reúnen y bailan al ritmo de esta música. El festival de jazz es otro imperdible en verano. En invierno está el Igloofest, pero hay que armarse de valor para participar, ya que es una fiesta electrónica al aire libre con unos -30 °C.

Una de los panoramas favoritos de los  quebequenses  consiste en salir a cenar, y para ello una buena opción –y más económica– es acercarse a los restaurantes del Plateau  que tienen el letrero apportez votre vin,  a los que puedes llegar con tu  propia botella  de vino (no cobran por el descorche). ¿Mi favorito? Eduardo, harta pasta  y harta caloría, lo cual se agradece en invierno.

Siempre hay algo novedoso o poco ortodoxo en Montreal. Si no es un festival (de jazz, cine, humor, cerveza, arte, fuegos artificiales, luces, folclore, globos aerostáticos y de todo lo que se le ocurra), la gran carpa del Cirque du Soleil en el Viejo Puerto siempre es una buena apuesta para ver lo mejor de las artes escénicas. Vivez Montreal!

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