Viaje flash a la Caleta de Famara
Tengo que insistir en la gran virtud de viajar siguiendo un flujo interno y haciéndole caso a tus instintos, decir poco que no y ver en el camino cómo se dan las cosas. Con esta política, encontré pasajes a un lugar que no tenía programado: la Caleta de Famara en las islas Canarias. Las sorpresas no tardaron en llegar.
Internet + aerolíneas de bajo costo = viaje no programado. De un día para otro hice mis maletas y tomé el avión desde Frankfurt a Lanzarote, una de las siete islas que componen las Canarias españolas (lo curioso es que estas islas distan tanto de España que incluso están al borde del Sahara en África; tanto, que a veces llegan tormentas de arena provenientes de allá).
Llegué absolutamente solo a Arrecife, la capital de Lanzarote. No conocía nada ni había hecho muchas averiguaciones. Para llegar donde quería necesitaba un auto, así que arrendé uno minúsculo que se convirtió en mi gran compañero por una semana. Generalmente destaco la importancia de moverse en transporte en los viajes, pero en este lugar era casi nulo y quería tener la libertad de recorrer cada rincón de la isla.
Sorpresas por todos lados
Manejé hasta la caleta de Famara, un pequeño pueblo reconocido por tener una de las mejores olas del mundo para surfear. Instalado allí empecé el puerta a puerta para encontrar un alojamiento bueno, bonito y barato. Luego de harta negociación y bla bla me quedé en una casa llena de viajeros jóvenes que buscaban lo mismo: surfear, disfrutar, reír, compartir y conocer. El surf fue maravilloso –digno de ser uno de los mejores spots del mundo– pero recorrer la isla fue aún mejor.
El paisaje de Lanzarote es digno de admiración y goce; es una isla totalmente volcánica que terminó de formarse recién en el siglo XVIII, lo que se nota en su pasaje árido, que gracias a la humedad hace que se genere una combinación perfecta entre flora y fauna, y un desierto maravilloso. Donde ves roca gris puedes ver también colores brillantes como el turquesa del mar o el azul potente del cielo africano.
En esta primera isla de las Canarias hay cuevas que los originarios usaban para esconderse de los españoles, playas indescriptibles, olas inmejorables, snorkel de primer nivel, un jardín de cactus de primer corte e innumerables sorpresas. Incluso, muy cerca hay un pueblo nudista donde todos andan en pelotas por las calles. ¡Genial!
Así que ya sabéis, coño. Si estás en Europa, no te pierdas la oportunidad de visitar esta maravillosa isla. Después de ella pasé por Fuerteventura, pero de eso les contaré más adelante.