Viajar a cualquier parte, pero viajar


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La difícil decisión que sacudió mi rutina modificó cada aspecto de mi personalidad y se convirtió en la gran pasión de mi vida.

Comiendo el mejor Ramen de mi vida en Kyoto

Comiendo el mejor Ramen de mi vida en Kyoto

Durante 2012 me podían encontrar en la biblioteca encerrada, deprimida y con una baja notable en mi vida social, preparando los últimos detalles para mi tesis de grado y examen de título. Lamentablemente, no me podía concentrar. Desde pequeña tengo el hábito de soñar despierta, una dulce distracción que posteriormente sería mi salvavidas en esas largas horas viajando en buses y aviones, pero ya llegaré a eso.

Por esos días era terrible que, a meses de convertirme en periodista, no lograra escribir más de 10 líneas en cada sesión que duraba horas, a veces un día entero, y ver que el progreso de mi tesis no avanzaba como yo esperaba. Sin embargo, no podía pelear contra las imágenes de playas australianas, cultura asiática y comida exótica que venían a mi mente y tenían cada uno de mis enlaces neuronales trabajando.

Entonces tomé una decisión: concentrarme, terminar la universidad y lanzarme en una aventura que cada parte de mi alma pedía a gritos. Estaba cansada de estudiar, de las mismas fiestas, de los mismos domingos, de las mismas caras, de las mismas conversaciones, y la lista seguía y seguía. Ya no sonreía, me irritaba con facilidad y nada me motivaba. Necesitaba un giro en 180°.

Pedir ayuda viajando

Pedir ayuda viajando

Al parecer nadie creía que yo fuera a viajar sola por más de un año. Nunca había mochileado en mi vida y a todas partes siempre me dirigía con amigos. Siempre fui un poco mal criada y no me animaba a caminar de noche sin nadie a mi lado, pero por alguna razón el viaje me transmitía más paz que miedo.

Terminé la universidad, empecé a hacer todos los papeles para sacar la Visa Working Holiday para Australia, vendí mi auto y, mientras más me acercaba a mi objetivo, más libre me sentía. Mi actitud frente a la vida cambió. Todos me decían que me notaban distinta y era porque estaba feliz. Si bien terminar mi carrera fue un logro gigante en mi vida, no se compara a la felicidad que tenía por empezar esta nueva etapa; sabía que no iba a ser fácil, pero eso sólo lo hacía aún más interesante.

Me encontraba en una transición; quería reinventarme y conocer mi verdadera personalidad sin guiarme por los prejuicios que los conocidos, e incluso mis amigos y familiares, tenían sobre mí. Quería ponerme a prueba para conocer mis límites ¿Cuánto tiempo puedo soportar vivir en estas condiciones? ¿Cuántas horas puedo aguantar realizando trabajo duro? ¿Cuánto puedo echar de menos sin querer volver? ¿Cuánto necesito al resto?; quería conocer gente de otros países, ver miradas distintas de la vida y reflexionar sobre la supuesta burbuja  en la que vivía. Finalmente, muchas de mis preguntas se resolvieron y mi confianza aumentó considerablemente.

Moviéndome entre los miles de turistas que van al Sacre Coeur en París

Moviéndome entre los miles de turistas que van al Sacre Coeur en París

Ahora cada vez que digo que soy apasionada, perseverante, que trabajo duro por mis sueños, que puedo trabajar bajo presión, que sé solucionar problemas y puedo tener éxito en los escenarios más desfavorables, en verdad lo creo. Para mí viajar fue la respuesta a muchas cosas que buscaba de la vida. Tenía un hambre por ver y experimentar que no pude saciar de otra forma.

Las personas que creen que viajar es lo mismo que irse de vacaciones están muy equivocadas. El primero enseña, abre los ojos y expande la mente. El único problema es que es sumamente adictivo y una vez que se empieza es muy probable que dediques cada peso de tu sueldo a ello. ¡Al menos yo lo he hecho desde entonces! El único consuelo es que, a diferencia de las cosas materiales, viajar te entrega experiencias que nadie te puede quitar y que duran para toda la vida.

Lugar:

Australia

Intereses:

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