Una visita a Lenin en la Plaza Roja

 

Rusia fue nuestro penúltimo destino. Luego de estar cuatro días en San Petersburgo, cruzamos en tren a Moscú. Uno de mis sueños más esperados de este viaje era conocer la Plaza Roja, que guarda todo lo extremadamente ruso en un solo cuadrado. 

 

Plaza Roja de Moscú

Centro comercial GUM, en plena Plaza Roja

Nuestro hostal quedaba a 20 minutos caminando de la Plaza Roja, y el primer día fuimos al atardecer. Fue lamentable que mi cámara no tuviera batería, porque es por lejos la mejor hora para sacar fotos a tanta belleza arquitectónica. Pero filo, me quedaban otros tres días por delante.

La catedral San Basilio se convirtió en una de mis construcciones favoritas del viaje. Al verla con el reflejo del sol los colores se ven veinte veces más llamativos (es tremenda suerte tener el clima a tu favor en Rusia). La verdad es que hemos visitado un montón de iglesias y el plan era entrar a ésta también. Pero vimos el listado de precios y fue imposible. Estábamos casi al final del viaje con un presupuesto bien apretado.

Por el contrario, en Varsovia –varias semanas antes de llegar a Moscú– compramos entradas para el Kremlin. Lo hicimos justo, ya que estábamos en temporada alta y los tickets eran escasos. El Kremlin es un complejo amurallado en cuyo interior hay catedrales, palacios, jardines y museos. Nuestro ticket incluía la entrada a la Armería del Kremlin y fue espectacular. Un museo que conserva todo tipo de artefactos utilizados por los zares (coronas, trajes, armamento, entre otros) y que sí o sí hay que recorrer con el audio guide en español (¡gratis!).

Catedral de San Basilio en Moscú

Catedral de San Basilio, construida por el Zar Iván IV

Al terminar nuestro tour fuimos a almorzar al GUM. Decían que, a pesar de ser un centro comercial, también era visita obligatoria. Es un mall demasiado lujoso, iluminado a más no poder. De noche se ve precioso, además que se conserva como una construcción antigua en tiempos modernos. Quizás no es para vitrinear, pero sí para comer. En su último piso están los locales de comida, que funcionan más como casinos, y que se ajustan bastante al presupuesto backpacker.

Lenin, ¿es o no es?

Con Diego habíamos quedado en ir a ver a Lenin el último día. Pero al ver la fila que había para ingresar, estuvimos a nada de abortar misión. Sin embargo, nos quedamos y no fue tan terrible: esperamos 40 minutos.

La entrada es un poco escalofriante. A medida que vas caminando para ingresar a ver el cuerpo, te vas topando con distintas tumbas de dictadores y personajes de la historia rusa. Entre ellos, la de Joseph Stalin, que estaba con rosas rojas que los mismos visitantes dejan.

Para hacerle una visita a Lenin se ingresa a un dormitorio cuadrado, muy grande, que mantienen a una temperatura demasiado baja y completamente oscuro. Hasta que te topas con un guardia seriote que te hace callar. Y ahí está: un féretro rojo iluminado desde arriba con una luz blanca. Ese es Lenin embalsamado, se supone, descansado de manos cruzadas en el pecho. Obviamente no se puede fotografiar ni menos detener el paso. Hay dos guardias a su lado y otros cuatro vigilando a quienes caminan.

Fue una espera de 40 minutos para recorrer una pieza en 60 segundos. Pero para mí fue un minuto demasiado interesante. Si vas a Moscú y te interesa la historia, haz la fila. Además, es gratis.

Lugar:

Rusia

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