Un paseo por las nubes del Altiplano
Mi soledad y yo queríamos sentir la infinitud de un lugar que, de tanto soñar, ya me era familiar, y ver mi sueño reflejado en cada huella de mi paseo por las nubes del Altiplano.
A fines del verano pasado, y después de trabajar duro como guía de giras de estudio en Bariloche, me di un regalo pal´ alma. Creo que no existe nada mejor en esta vida que viajar. Y Bolivia era una tarea pendiente hace rato. Así que, después de dos años viajando con mi pareja, volvería a las rutas en compañía de nadie más que mí misma.
Me encanta viajar sola y hay ciertos destinos que tengo en mente hacerlos con amigas, otros en pareja y algunos con mi hermana; pero en soledad, un viaje a Bolivia y Perú era un sueño que no me estaba dejando dormir.
Y así fue como un caluroso día de diciembre me bajó la locura y compré un pasaje Santiago-Calama-Santiago, con la intención de recorrer durante dos meses por tierra San Pedro, Bolivia y Perú.
Sola, pero un poco acompañada
Entré a Bolivia por tierra desde San Pedro de Atacama en un tour organizado por una agencia que tiene oficinas en este pueblo y en Uyuni. Los siguientes tres días estuve viajando por un planeta al que le dicen Altiplano, con una pareja de chilenos y dos inglesas de quienes me despedí llorando a “moco tendío” en Sucre… ¿Quién dijo que viajar sola implicaba estar sin compañía todo el tiempo?
Después de atravesar desiertos y coloridas lagunas altiplánicas, y de dormir dos noches bajo uno de los cielos más estrellados del mundo, llegamos el tercer día a esa mágica maravilla natural que tanto soñaba ver y fotografiar. Para sacar las fotos que tenía en mente, debían combinarse dos factores: que el cielo estuviera celeste y con nubes de algodón, y que aún le quedara agua al salar para sacar esas fotos donde el cielo se refleja en la tierra.
Y tuvimos mucha suerte con el día que nos tocó.
Ubicado al suroeste de Bolivia, el salar de Uyuni es considerado el más grande y alto del mundo. Posee una superficie de 10.582 kilómetros cuadrados y se encuentra a una altura de 3.653 metros sobre el nivel del mar. Es, sin duda, uno de los grandes hitos sudamericanos y el responsable de atraer millones de turistas a Bolivia.
Con Sophie y Jessi no podíamos más de felicidad, esa felicidad plena que sólo se siente cuando estás cumpliendo un sueño. Parecíamos tres cabras chicas en Disney World, saltamos, sacamos fotos creativas aprovechando esa blanca planicie sin horizonte, jugamos con la perspectiva y desafiamos la imaginación.
Y por supuesto que me alejé un momento a solas y me fui en la antisocial. Incluso viajando acompañada me gusta darme mis horas de soledad para ir a ver el sunset, escribir y sacar fotos pero, sobre todo, brindarme la oportunidad de sentir el lugar y conectarme con él en silencio, contemplarlo, respirarlo, agradecer, degustar la sal en cada inhalación, sentir la infinitud de un lugar que, de tanto soñar, ya me era familiar, y ver mi sueño reflejado en cada huella de mi paseo por las nubes del Altiplano.
Algunos consejos:
-Ponerse bloqueador hasta en el lóbulo de la oreja. Tobillos, cuello y todo lo que esté expuesto.
-Los lentes de sol son tan necesarios como en la nieve.
-Armarse de “PazCiencia” al hacer el tour de 3 días 2 noches. Las distancias son largas.
-Llevar pastillas para el mal de altura. Yo llevé Diamox y salvé a varias almas apunadas.
-No esperar lujo en los refugios, a menos que se pague el tour de lujo.
-Hay que tener en cuenta que el salar es más fotogénico entre diciembre y marzo, gracias a las lluvias del invierno boliviano. Eso sí, también tiene sus peros: el clima puede no acompañar y, por el agua, los jeeps se niegan a cruzar el salar hacia Incahuasi y la isla del Pescado, algo que, por supuesto, no te informan en la agencia antes de pagar el tour.
-Si el presupuesto es de mochilero, conviene contratar el tour desde Uyuni que vale la mitad de lo que cuesta en San Pedro. Hay tours de 1 día que incluyen el cementerio de trenes y el salar; hay también un tour de 4 días, donde se retorna al mimo lugar de partida.
Ya llevaba 10 días de viaje, y aún quedaban 40 por delante…Uyuni, ese diamante de sal entre el cielo y la tierra, y mis pasos por esa superficie celestial, quedaban atrás como otro sueño cumplido.