Tubing en Vang Vieng, el mejor carrete de Laos


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Después de ver miles de templos, andar en las peores rutas y cargar mi mochila todos los días ¡era hora de ir de fiesta!

 

Sí, lo admito, me gustan las fiestas ¿y a quién no? Mis favoritas son las que de día, con piscina, música fuerte y amigos prendidos. Por eso, en mi constante búsqueda de la celebración perfecta, me encontré con videos de tubing en Vang Vieng, que lamentablemente nunca logré sacarme de la cabeza. Y uso esa palabra porque después de esa experiencia carretear nunca más será lo mismo.

Flotar en un río con una cerveza en tu mano en el hermoso país de Laos es tanto una aventura como una fiesta. Si no saben a qué demonios me refiero, aquí les explico cómo funciona uno de los días parranderos que cumplió y superó todas mis expectativas:

Daniela y sus amigas arriba de una camioneta

En la camioneta que nos llevaba al río

Antes del carrete

Descansé muy bien la noche anterior para despertarme temprano y muy emocionada. Después tomé precauciones básicas y comí un gran desayuno para tener energía durante todo el día; protegí mis pertenencias en estuches contra el agua y busqué la mejor agencia que pude encontrar.

Después subí mi enorme neumático a la camioneta que me llevaría a través de la nada hasta el río, sin quitarle los ojos de encima a la rueda, pues si la perdía también se iba mi garantía. Además, a nadie le gusta que lo reten en otro idioma, menos si llevas horas bebiendo y probablemente no recuerdes ni tu propio nombre al final del día.

Daniela y un amigo arriba de un neumático

En mi neumático

En el carrete

Llegué aproximadamente a las 12.30 al primer bar de los cuatro que forman el recorrido. Cada uno está en distintas partes de un largo río rodeado por hermosos montes. Por lo tanto, para llegar a los otros lugares hay que subirse al neumático y avanzar con la corriente (literalmente go with the flow). Luego, unos tipos te lanzan una botella amarrada a una cuerda para arrastrarte hasta su muelle donde puedes seguir celebrando.

En cada sitio hay distintas atracciones como columpios, mesas para jugar beerpong, hamacas y canchas de basketball que tiran agua, entre otra decena de entretenciones. Mi razón principal para seguir tomando –no muy inteligente, por cierto– era coleccionar las lindas pulseras fluorescentes que me regalaban con cada shot, que al día siguiente sirvieron como un efectivo sistema de medición para evaluar daños.

Grupo de personas de fiesta

Helen jugando beerpong

Después del carrete

Tras pasar por el cuarto bar, y después de disfrutar bailando arriba de las mesas, compitiendo por tragos gratis y juntando mi “bote personal” con otros para armar una especie de barco, me bajó un hambre mortal. Por suerte una camioneta me llevó de vuelta a la agencia para devolver mi fiel neumático y me encontré con una calle llena de deliciosa comida. Después de devorar mi hamburguesa no quise salir y me fui a dormir temprano. Pero adivinen qué hice al día siguiente…

Lugar:

Laos

Intereses:

Fiesta

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