Llegamos a Corron con la clara intención de bucear. Vimos barcos hundidos y, lo más impresionante, a los tiburones whitetip dándonos un espectáculo asombroso. Por Tania Garimani.

Después de tres días espectaculares en El Nido visitando playas paradisíacas perdidas entre los limestones más remotos de este destino, decidimos partir a Corron para emprender nuestra aventura de buceo en Filipinas.

La forma más común de viaje desde El Nido a Corron es en un viaje de siete horas en bote. Por la cantidad de horas pensamos que estaría bien equipado y con asientos cómodos, pero no fue así. Las condiciones eran bien precarias, por lo que decidimos irnos en el techo, sin toldo y a pleno sol, pero por lo menos recostados. De siete horas se alargó a once, después de quedarnos botados dos veces por problemas de motor.

Playa Nacpan

Llegando nos dirigimos al centro de buceo Rock Steady, uno de los mejores de Corron, con botes privados, equipos nuevos y súper atención. Yo opté por el Open Water y mis amigos por el Advanced.

La mayor atracción de Corron es el shipwreck divinig, una zona de buceo entre barcos japoneses que fueron hundidos en la Segunda Guerra Mundial. Es realmente impresionante, pues mientras se recorren uno va imaginando la historia que hay detrás de estos barcos. Si se busca biodiversidad este no es el lugar, ya que la visibilidad no es la mejor debido a los residuos de los barcos, lo que sí ayuda a crear un ambiente de misterio en la profundidad.

Siguiendo nuestro viaje de buceo decidimos ir en búsqueda de los tresher sharks, unos tiburones que se caracterizan por su larga cola (dos metros) y su azul intenso. Uno de los pocos lugares del mundo donde se pueden ver es en Malapascua, una pequeña isla al norte de Cebu, nombrada así por los colonizadores españoles después de quedar varados en ella el 25 de diciembre de 1520.

Para ver a estas criaturas se debe hacer un buceo especial: sólo en spots específicos, de 25 a 30 metros de profundidad, y a las 5.30 AM, que es cuando salen a cazar. Debido a que son animales libres no siempre se ven, pero sí hay altas probabilidades.

El primer día buceamos con el centro Tresher Shark Divers, donde tuve que hacer un deep dive adventure para poder bajar sobre los 18 metros. Tienen todo súper estandarizado y es muy rápido, porque la mayoría de los buzos que llegan no tienen su nivel Advanced.

Isla Kalanggaman

En busca de los tiburones

Salimos del hotel de noche y vimos el amanecer en el bote, mientras navegábamos al spot de buceo. ¡Comenzar el día de esta forma realmente no tiene precio! Bajamos bien rápido en dirección vertical hasta llegar a un plateau de coral, tipo acantilado, a esperar que los tiburones pasaran por la parte honda.

El color de los tiburones se mimetiza con el azul profundo del océano, por lo que fue difícil distinguirlos; vimos sólo dos y no tan cerca. Decepcionados nos fuimos de vuelta y agendamos otro buceo para el mismo día.

Esta vez optamos por uno distinto que nos impresionó. Gato Cave es una cueva de 30 metros de largo, totalmente oscura, en la que se bucea con linterna. Aunque al principio fue un poco aterrador, al salir no podíamos creer lo que estábamos viendo: los primeros rayos de luz se mezclaron con la silueta de los whitetip sharks, a muy pocos metros de nosotros. Nos sentamos al final de la cueva a observar cómo rondaban entre los corales, envueltos en una sensación impagable.

Al día siguiente, todavía un poco decepcionados de los tresher, reservamos otro buceo, esta vez en un centro distinto llamado Evolution. Esa segunda vez sí tuvimos suerte y vimos a más de cinco tiburones, muy cerca y con mejor visibilidad.

Agradecidos y muy satisfechos de estos tres buceos, reservamos un bote y nos fuimos en un day trip a Kaligmatan, la isla más impresionante que he visto hasta ahora. Su alucinante forma de S crea pequeños estrechos de arena con agua turquesa a ambos lados. Un imperdible para acompañar el buceo el Malapascua.