Sri Lanka en tuk tuk

 

Nuestro transporte transformó el viaje en una experiencia única e inolvidable, haciendo que algunos pormenores ceilandeses pasaran por alto. Nada importaba, porque nuestro tuk tuk, el más rápido de la isla, nos llevaba sin arrugar bajo la lluvia, contra el viento, por caminos de tierra y empinadas cuestas de montaña. 

 

Tuk tuk en Sri Lanka

Uno de los tanto caminos que recorrimos

Teníamos el dato de una empresa de tours que arrienda tuk tuks, así que fuimos directamente para allá. Fernando, dueño de Alma Tours, nos comentó que años atrás sólo arrendaba motos, pero que este año sus 15 tuk tuks estaban tomados, principalmente por españoles. Así que nos pasó el suyo.

Arrendar uno vale entre 10 y 14 dólares diarios, dependiendo de cuantos días lo quieras. Además te ofrece un seguro que en caso de accidente, rayón, topón o lo que pase, el seguro lo cubre y así después no tienes sorpresas de arreglos que pagar al devolverlo. Nosotros preferimos tomarlo con seguro; así, por un par de dólares, nos despreocupábamos de cualquier incidente.

A toda velocidad por la carretera

Llegó la hora de partir a la aventura y tiré a los leones a Felipe. De una le agarró la mano y manejó como todo un tuk tukero. Lejos del caos de la ciudad me animé y tomé el volante. Al principio cuesta un poco pasar los cambios, pero no es nada del otro mundo (eso sí, pasar a neutro en vez de a segunda es un error común).

Tuk tuk en Sri Lanka

En el bólido azul

Iba feliz manejando sintiéndome un poco parte de los autos locos, cuando nos paró la policía. Su cara de sorpresa al encontrarse con nosotros, turistas manejando un tuk tuk y más encima una mujer, delató que no lo podía creer. Pidió los papeles correspondientes y me pidió que nos cambiáramos ya que yo no tenía licencia internacional y Felipe sí. Un error no haberla sacado los dos por ahorrarnos unos pesos. Más tarde volví a manejar pero en un camino de tierra donde nadie nos pararía.

La policía nos paró varias veces como control, todos muy amables o en algunos casos al vernos sólo nos hacían una seña para que siguiéramos. Tal vez justo nos tocaba el que no sabía inglés.

La máxima velocidad para los tuk tuk en carretera es de 40 km/h, pero hay partes en que se puede mucho más, sobre todo si vas en la súper bala azul, que alcanzó los 80 km/h, pero es un secreto ¡que no salga de Faro!

Trincomalee, Sri Lanka

En Trincomalee

Moverse libremente por el país

Moviéndonos por Sri Lanka en tuk tuk nos sentíamos completamente libres, sin tener que preocuparnos de horarios de buses. Podíamos ir donde quisiéramos y cuando se nos antojara. El mapa del celular fue sin duda el mejor aliado para descubrir nuevas rutas, aunque como advertencia lo que te muestre como “carretera” puede llegar a ser sólo una vía hecha de hoyos y piedras.

Comenzamos el recorrido en Negombo y visitamos las ruinas de Anuradhapura, las calmadas playas de Trincomalee, el festival Perahera en Kandy, las plantaciones de té en la mitad de la montaña, una parada de surf en Arugam Bay, el parque Yala con sus animales salvajes y libres, el punto de avistamiento de ballenas (aunque sin suerte) de Mirissa, varios días de relajo frente al mar en Unawatuna y finalmente regresamos al punto de partida. Fueron un poco más de 1.500 kilómetros recorridos.

Las sorpresas del camino

Les haré una pequeña introducción a la mejor conversación del viaje. Cerca de las 8 de la noche (se oscurece como a las 6), camino a Arugam Bay y luego de un largo recorrido montañoso, la copiloto (ok, era yo, lo reconozco) se despistó en ver el mapa y sumó una hora más de viaje. El camino comenzaba a ser más frondoso.

Elefantes en Sri Lanka

Familia de elefantes

– Esta ya debe ser zona de elefantes –me dijo Felipe

– Sí, yo siento olor a caca de elefantes –no sé de donde saque eso pero lo sentía.

– ¡Mira! ¡Caca de elefante! –gritó Felipe al ver una plasta gigante al borde de la carretera.

– ¡Cuidado! –chillé yo al ver que desde la oscuridad aparecía algo enorme. Un elefante cruzaba la calle.

La autopista se convertía en safari, el tuk tuk en un poderoso jeep 4×4 y nosotros en aventureros. Sabíamos que debíamos apurarnos, ya que un elefante salvaje nos podía aplastar en cosa de segundos.

Unos días después volvimos a ver una familia de elefantes paseando libres; eso sí nos mantuvimos a una distancia prudente para admirarlos sin sentirnos como hormigas.

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