Sobreviví al año nuevo en Berlín

 

Había escuchado el rumor de que Berlín tiene una predilección por los fuegos artificiales en Silvester, pero nada me había preparado para lo que vi al salir del evento en la Puerta de Brandeburgo.

 

Año nuevo en la Puerta de Brandeburgo

Fuegos artificiales en la Puerta de Brandeburgo

Corrían los últimos días de 2013 y decidí al más último de los minutos que tenía que pasar el año nuevo en Berlín. Sí, así no más, sin preámbulo ni mayor meditación. Y aún más loco (para algunos), sola.  Nada me detendría, ni siquiera el que Berlín estuviese copado según todos los sitios web de alojamiento habidos y por haber.

Pero al viajero el universo a veces lo quiere mucho y, con la ayuda de una favorable alineación de planetas, encontré dónde alojarme. No tenía planes, pero al menos tendría techo.

Lo de la falta de planes no duró mucho. A las pocas horas de llegar a la capital alemana me contactó una compañera del magister que también andaba por esos lares, y me invitó a la fiesta del amigo de un amigo de un amigo. No era para nada mal panorama y hacia allá me dirigía el 31 en la noche cuando, en un doble arrebato de espontaneidad, decidí que mejor iría a Brandenburg Tor, porque más bien esa visita es un imperativo mundial. Y es que ¿cuántas veces en la vida se está en Berlín para año nuevo?

Así fue más o menos cómo terminé en la fiesta más grande del mundo entre millones de millones de personas, literalmente.

Siendo honesta, la previa en sí no fue la más grata. Hacía un frío del terror, estaba mucho más sobria de lo deseado y, tras cuatro horas de espera, ya no sentía mis pies y todos la música alemana sonaba igual. Pero chau, ya estaba ahí y, dentro de todo, feliz de vivir algo tan nuevo. Y como suele pasar en estas cosas, conocí a una pareja simpática de turistas que me adoptaron y ayudaron a que las horas pasaran más rápido.

Y finalmente marcaron las 12. ¡Willkommen 2014!

Gritos de felicidad, abrazos y unos fuegos artificiales espectaculares acompañados de más música alemana. Todo muy bonito aunque algo anti-climático considerando las cuatros horas que había estado esperando y lo congelada que estaba. Quizás no sería un año nuevo tan memorable después de todo.

1 de enero en Berlín

Así amaneció Berlín ese 1 de enero

Estaba muy, pero muy equivocada

Había escuchado el rumor de que Berlín tiene una predilección por los fuegos artificiales en Silvester (el 31 de diciembre, los alemanes celebran a San Silvestre), pero nada me había preparado para lo que vi al salir del evento en la Puerta de Brandeburgo.

Miles de personas, humo por todas partes, cero visibilidad, explosiones rompe-oídos y hordas de chicos absolutamente curados lanzando todo tipo de fuegos artificiales, sin siquiera ver dónde los tiraban. Podría haber sido una zona de guerra (y no soy de las que dice esas cosas a la ligera).

Todo lo que se imaginan de la pulcra y ordenada Alemania deja de serlo durante 24 horas. La policía desaparece, las familias corren de un lado a otro para evitar que les pase algo a sus hijos y la gente como yo, bueno, contempla ese frenesí con una mezcla de espanto y fascinación. Y es que si bien sentí miedo, no salí corriendo cuando un par de exaltados decidieron que sería una excelente idea quemar un árbol de Navidad en el medio de Potsdamer Platz. Y tampoco escapé cuando a centímetros de mis pies explotaron unos petardos que me helaron la sangre. Pero era insostenible quedarse sin arriesgar muerte por asfixia o serias heridas, así que al rato mi instinto de supervivencia se activó y huí de la locura.

O sea, así como huir huir no, porque todo Berlín se vuelve una gran explosión de fuegos artificiales, de vidrio, incendios varios y alcohol. Algo que nunca pensé viviría en una ciudad germana. Pero bueno, el hecho de que estoy escribiendo esto es fiel testimonio de que sobreviví al año nuevo en Berlín (debería de ser una polera). Atesoraré por siempre la locura de esa noche.

Lugar:

Alemania

Intereses:

Eventos Fiesta

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