Renovando energías en San Pedro de Atacama


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Siempre me preguntan por qué repito los lugares para viajar si existen tantas opciones. Pero para mí este es un lugar mágico y no hay nada como renovar energías en San Pedro de Atacama. Me gustan las estrellas y la tranquilidad y, aunque las razones de viaje no sean absolutamente para turistear, siempre hay cosas que nos cambian el rumbo de la estadía.

 

Bandera Faro

¡Con Faro!

A punto de terminar mis cinco años de universidad debo admitir que las últimas semanas habían sido terribles y estaba bastante estresada. Entre trabajos, proyectos y cosas freelance, mi humor no estaba de lo mejor y creo que junté tanta fuerza mental que se escucharon mis plegarias de viaje o una escapada. El destino: San Pedro de Atacama.

¡Sí! Este año me gané el título de la tercera vez: tres veces en Nueva York y ahora San Pedro, un lugar que en menos de un año lo conozco perfectamente. Esta vez, con dos semanas de anticipación, salió la idea. Aunque el fin era universitario, todos a los que nos gusta viajar sabemos aprovechar los espacios para hacer algo y esta vez no fue la excepción.

“¿Qué puedo hacer en San Pedro si ya he ido dos veces y he hecho todos los tours? ¡Si hasta me repetí los Geysers del Tatio!”, pensé. Bueno, expectativas no había muchas. Tenía que grabar, por un lado, e investigar, por otro. Pero al final (como siempre) todo lo planeado termina siendo diferente.

Cuatro días desérticos

Treinta y cinco grados de calor me esperaban ¡Qué rico! Algo que se agradece después de vivir un invierno raro en Santiago, sobre todo yo que sufro de frío constante. Short, polera y a la calle. Tomé una bici y mi primer destino era Quitor, una aldea arqueológica que está a quince minutos del pueblo.

Se dice que San Pedro es un lugar mágico y lleno de buenas energías, algo que compruebo cada vez que voy.  No llegué a mi destino final pero, entre los cerros, la vegetación desértica y el viento único que interrumpía el desierto, encontré una roca perfecta para sentarme. No sé cuánto tiempo me quedé ahí, pero era justo lo que necesitaba: silencio y sol. Por ese rato me olvidé del celular y disfruté cada segundo.

Desierto de Atacama

Meditando en la roca al medio del desierto

Cuándo iba en el avión pensé que quería una clase de yoga en San Pedro, pero se me olvidó. Sorpresa fue cuando volví al pueblo después de mi cuasi salida en bicicleta, decidí tomar un camino diferente y vi un cartel enorme que decía “yoga”. ¿Yoga? ¡Qué suerte! Y entré a Kimal, un lugar que ofrece masajes y terapias de relajación para todo público. Cuándo pregunté el precio de las clases por yoga me sorprendí: cinco mil pesos por una hora y media ¡Increíble!

Entré a la sala con cuatro personas más. Algunos ya eran alumnos y otros, como yo, turistas. Se presentó el profesor, Kiko, un español de voz cálida que tuvo la paciencia de ayudarnos con cada movimiento y, si no sabíamos, se dedicaba a cada uno hasta que lo lográbamos. A los veinte minutos mi cabeza estaba en otro lugar. Estaba olvidando todo el estrés universitario y me internaba más en mi cuerpo, en mis cosas que había dejado de lado.

La hora y media pasó mucho más rápido de lo esperado y, al finalizar, Kiko nos hizo un ejercicio en conjunto. Una persona se acostaba en el suelo y los otros iban tomando los brazos, las piernas y la cabeza. Primero, movimientos suaves; después más rápido y de forma distinta. La idea era que el cerebro no pudiera adivinar los movimientos y coordinar el cuerpo ¿Por qué? Se preguntarán. Al finalizar, Kiko nos explicó que estamos acostumbrados a controlar todo nuestro entorno y que era tiempo de liberar nuestra mente y ese ejercicio nos ayudaba a desprendernos de lo que estábamos acostumbrados. Palabras muy sabias.

De las otras dos veces que había ido sólo me quedaban pendientes las Termas de Puritama. La tarde libre era mi opción. Escondido en el camino hacia los Geysers del Tatio, es un lugar de absoluto relajo. Iba sola, pero cuándo me subí al tour conocí a otras personas que iban en la misma onda que yo, así que sociabilizar y armar un grupo no fue difícil.

Termas de Puritama

En las Termas de Puritama

Entre medio de dos cerros hay pozas de agua natural que tienen distintos grados de temperatura. Un señor que va todos los fines de semana me contó que esa agua sirve para los huesos y otras enfermedades. Pero su mayor función era conectar la mente con el cuerpo. Y qué cierto. La lejanía de Puritama con el pueblo permite que ni si quiera exista señal de celular. No hay tanto silencio como en el desierto, pero todos los turistas van a lo mismo: buscar una instancia de relajo. Lo único fome es que cierran a las 17.30, por lo que hay que aprovechar cada minuto de pozas y el sol desértico.

Aprovechando la instancia de hacer cosas distintas, me invitaron a la piscina del Tierra Atacama, uno de los únicos hoteles dónde se puede hacer uso del spa pagando por día. La vista se podría ganar un premio: las plantas del desierto, los volcanes y los colores del cielo hacen que sea toda una experiencia. Y, aunque me gané una insolación indescriptible con lentes marcados, valió la pena estar allí hasta que se oscureció, viendo las estrellas desde el hot tub. San Pedro tiene uno de los mejores cielos del mundo y ahí, lejos de la rutina del pueblo, se veía increíble.

Hotel Tierra Atacama

La vista desde el Tierra Atacama

Mi lugar favorito

San Pedro es un pueblo chico, así que ante lo que necesites te van a responder. Ya que mi viaje no era de relajo, tenía que seguir escribiendo para la universidad, así que pregunté qué lugar con WiFi me recomendaban. Así llegue a Roots, un café que se convirtió en uno de los lugares favoritos de mis viajes. Un imperdible. Construido en una pequeña casa típica del centro, está decorado con fotos de personajes emblemáticos de la historia: Bob Marley, Pablo Escobar y Che Guevara, entre otros. El ambiente era perfecto, con buena música, pasando desde Cerati hasta Mumford and Sons.

Y la carta está diseñada para todos los gustos. Veganos, vegetarianos y a quiénes les gusta un buen sándwich con mechada. Teteras de té enormes, jugos naturales reponedores y pizzas homemade. Nunca podía llegar muy temprano ni muy tarde, por lo que mi favorito fue el brunch. Visité Roots los cuatro días que estuve en San Pedro y al final hasta me conocían las personas que atendían que, por cierto, son muy amables. Creo que hasta hoy extraño la granola y los jugos naturales de Roots.

Siempre me preguntan por qué repito los lugares para viajar si existen tantas opciones. Pero para mí San Pedro es un lugar mágico. Me gustan las estrellas y la tranquilidad y, aunque las razones de viaje no sean absolutamente para turistear, siempre hay cosas que nos cambian el rumbo de la estadía.

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