Portugal express

 

Lisboa, Sintra y Cascais fueron un pequeño aperitivo de todo lo que Portugal tiene para ofrecer. Es un país con muchos tesoros por descubrir, y yo no hallo la hora de volver para pasar al plato de fondo y al postre.

 

Lisboa, la nostálgica capital portuguesa, fue un destino que nació para mí en el aeropuerto de Barajas, Madrid, un caótico 1 de agosto. Al parecer, ese día todo el mundo se puso de acuerdo para irse o llegar de sus vacaciones, porque el aeropuerto era un despelote.

La intención era escaparnos con mi gran amiga del alma, la Ale, por cuatro días y tres noches a un lugar cercano, así que entre averiguaciones y desilusiones por no encontrar el ofertón de último minuto, en el mesón de la aerolínea TAP Portugal encontramos dos asientos disponibles a buen precio para Lisboa. El vuelo salía en una hora, así que a la carrera pagamos, dejamos nuestras mochilas (que rogamos llegaran al avión) y corrimos como si nos persiguiera el humito negro de Lost hacia nuestra puerta de embarque que, por supuesto, estaba al otro extremo de la terminal.

Lisboa, Portugal

Los techitos rojos de la capital

Una vez arriba del avión todo era felicidad; eran las 9 AM y el país vecino tenía una hora menos, así que, como el vuelo duraba una hora, de igual forma llegaríamos a las 9 AM y desayunadas, ¡mejor imposible! Teníamos todo el día para descubrir una cuidad nueva para nuestros ojos.

Lisboa y sus alrededores

Me encantó tomar el tranvía y perdernos por ahí, y cuando digo perdernos me refiero a que de verdad no sabíamos dónde demonios estábamos.

Graffiti en Lisboa, Portugal

Un poco del street art de Lisboa

Nos dejamos llevar por la capacidad de asombro admirando su arquitectura, sus callecitas angostas y de adoquines, sus funiculares y arte urbano que me recordaron por momentos a Valparaíso. La mayoría de sus fachadas viste un amarillo desvanecido por su historia, descascarado de tanta vida. Con un aire cosmopolita como de antaño, Lisboa destila un encanto especial, una magia decadente que la hace única.

Pero si hay algo que realmente fue una fascinación para todos mis sentidos, fue la cercana Sintra, una villa portuguesa declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin duda un imperdible portugués al que se puede ir por el día, para recorrer sus bosques, museos, palacios y coloridos castillos, que le dan una atmósfera como de cuento de hadas.

Sintra, Portugal

Sintra

Cascais es otro gran imperdible. Este balneario playero portugués es bastante turístico y bonito, ideal para pasar el día, darse unos baños de sol y mar, y catar atardeceres de saudades mientras planeas tu próximo destino.

Lisboa fue un pequeño aperitivo de todo lo que Portugal tiene para ofrecer. Es un país con muchos tesoros por descubrir, y yo no hallo la hora de volver para pasar al plato de fondo y al postre, y de bajativo que me den una semanita en la costa del Algarve, ¡por favor!

Cascais, Portugal

Cascais

Lugar:

Portugal

Intereses:

Historia Museos

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