Poleras mojadas en Ecuador


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No importa el ridículo ni la vergüenza. Cuando estás de viaje nadie te conoce y las posibilidades de que te vuelvas a topar con las mismas personas en la vida son mínimas, y si sucede, qué importa. Así que está todo permitido, sólo relájate y disfruta el momento.

 

Fachada de un bar en Canoa, Ecuador

El bar de las poleras mojadas. Crédito foto: www.canoathrills.com

Fue nuestro primer viaje con Felipe, mi pololo. Llevábamos sólo unos meses juntos cuando decidimos partir por un mes a mochilear a Perú y Ecuador.

Llegamos a Canoa, Ecuador, en pleno carnaval. Fue una odisea encontrar alojamiento, pues todo estaba lleno, las calles estaban repletas y todo era una sola fiesta.

En la playa había un escenario gigante, música en vivo gratis y todos regalando tragos. Era una locura, pero una muy entretenida. De vuelta al hostal pasamos por afuera de Surf Shak, un bar gringo que promocionaba su fiesta de poleras mojadas para el día siguiente. Nos llevamos un volante sin saber todo lo que eso implicaría.

¡Sácate todo!

Estábamos sentados en una mesa del Surf Shak, listos para tomarnos unos tragos y ver el show, cuando la noche dio un giro inesperado. Una simpática niña que se acercaba a cada mesa llegó a la nuestra y me preguntó si quería participar en las poleras mojadas. Claramente me negué (¡qué vergüenza!), hasta que dijo las palabras mágicas: “Tequila gratis para las concursantes”. Entonces pesqué mi polera blanca y me lancé el primer shot. Ya era oficial mi participación en el concurso.

Mujer en bikini sobre la mesa de un bar

La ecuatoriana osada

Nos llevaron a todas las concursantes al patio del bar, nos dieron tequila como si fuera agua y nos pidieron que nos pusiéramos la polera. En la entrada del Shak nos esperaba una mesa con un simpático elefante que tiraba agua por su trompa, así que todas nos subimos: ¡a bailar se ha dicho! El dueño del bar animaba la competencia por micrófono.

–Todas a sacarse el bikini –dijo por altoparlante.

Miré a Felipe, con cara de “¿qué hago ahora”, y me respondió con una sonrisa y un dedo para arriba. Me estaba dando el “dale no más”. Quedamos tres participantes: una gringa, una ecuatoriana y yo. Mi espontánea barra me alentaba y yo seguía bailando con mi polera ya transparente.

–Ecuador se la juega con todo –anunciaba nuevamente la voz.

La chica se había sacado la polera y estaba en topless. La gringa hizo lo mismo y mis ojos buscaron a Felipe. “Sácate todo”, me gritaba.

Francesca haciendo poleras mojadas sobre la mesa de un bar

¡Gané!

US$ 200

Mi barra crecía, organizada con gritos, porras y hasta volteretas en el aire. La cosa se iba poniendo ecuatorianamente caliente. La participante local se sacó el short, la gringa le siguió y mi pololo me alentaba a que las acompañara.

Luego la ecuatoriana se sacó toda la ropa. “¡Hasta aquí no más llego!”, pensé yo. Ella algo borracha hacía pasos osados que mostraban hasta lo que había comido, pero para la gringa y para mí ya era suficiente, habíamos alcanzado nuestro límite que era muchísimo mayor del que me hubiera imaginado: ¡estaba bailando bajo un chorro de agua en calzones!

Comenzó el “aplauzómetro”. Para mi sorpresa y la de la desenvuelta ecuatoriana, se escuchaba fuerte y claro “¡Chile, Chile, Chile!”.

Así fue como gané el concurso de poleras mojadas, me llevé 200 dólares e hice algo que jamás pensé que sería capaz. Tuve que hacer un baile de la victoria sola sobre la mesa, mientras se acercaban a Felipe para felicitarlo.

¡Atrévanse a hacer todas las locuras que se les presenten en sus viajes y me cuentan cómo les va!

Lugar:

Ecuador

Intereses:

#ViajerosFaro Fiesta

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