Plantar un árbol, escribir un libro y hacer amigos en Brasil


Banner Faro Tours
Banner Faro Tours

 

Como dice Tim Cahill, “un viaje se mide en amigos, no en millas”. A eso yo le llamo el factor común.

Tamara de fiesta en Sao Paulo

Reencuentro con mis amigos de Sao Paulo

Después de tres años, cuando me fui de intercambio, decidí volver a Brasil a recorrer la Costa Verde con un compañero de viaje. Escapamos del calor con nuestra mochila, una carpa y un saco de dormir… no necesitábamos más para vivir mi segundo carnaval en Brasil.

Aterricé en Sao Paulo, donde una gran amiga (primer factor común) me alojó en su casa y me llevó a vivir una experiencia de pre- carnaval: fiesta, cerveza y mucha gente.

Tras esta parada flash llegamos a Paraty, una ciudad que, aunque ya la había visitado dos veces, no dejaba de sorprenderme. Nos quedamos en un camping, donde apareció el segundo factor común: la amistad. Es que los brasileros se las arreglan a la perfección para hacerte sentir bien y no se cansan de hacer amigos con actitudes tan simple como invitarte a unirte a su fogata.

Eso nos pasó ese día. Tanto así que, con el paso de la noche, un joven que venía a Paraty para vender cachorros quentes (completos) durante el carnaval, abrió su carro y comenzó a repartir hot dogs entre todos los que estábamos ahí.

Tras panoramas como estos, todas las mañanas nos despertábamos y recibíamos el saludo de toda la gente del camping. Era realmente grato sentir como si realmente hubiese pertenecido a ese lugar. Me sentía cómoda y el viaje pasaba a otra dimensión.

Felipe cortando pescado en Praia do Sono

Felipe ayudándonos a cortar pescado

Siguiente parada: Praia do Sono

Después de cuatro días en Paraty recorriendo todo lo que nos decían y conversando con quien se nos pusiera enfrente, nos fuimos a la Praia do Sono, un poco más al sur. Para llegar tuvimos que recorrer la selva durante 45 minutos, pero la recompensa fue maravillosa: una enorme playa donde sólo había gente local. Un sueño.

Buscando camping apareció otro factor común. Se trataba de Felipe, un brasilero que, escapando de las pocas oportunidades de la vida en una favela, decidió irse a Praia do Sono a vender artesanías. Desde que nos mostró el camping no nos separamos más.

Felipe nos cocinó (limpiando junto a nosotros el pescado) nos llevó a cascadas, se subía a los arboles para darnos frutas del lugar y hasta nos prestó su equipo de snorkel. Podría continuar mencionando todo lo que hizo por nosotros, pero sería innumerable.

Una noche, gracias a él compartimos con gente del lugar, reímos y agradecimos la maravilla de estar ahí, prometiendo incluso que volveríamos a ese lugar a instalar un camping bajo la primicia que si los mejores hoteles tienen cinco estrellas, un camping tiene un millón.

Tamara sentada en la escalera de Selarón, en Río de Janeiro

En la escalera de Selarón, en Río de Janeiro

Pre carnaval en el paraíso

Empezaba carnaval y debíamos seguir, mientras las despedidas se volvían cada vez más difíciles. La próxima parada era la Ilha Grande, el paraíso.

Después de instalarnos en el camping nos fuimos a la playa a compartir una cervecita. Y más tarde fuimos a la plaza principal para disfrutar del pre carnaval. Y, nuevamente, un factor común: había un grupo enorme de brasileros tocando música. No podría explicar qué me hizo acercarme a ellos ni por qué les hablé pero lo hice y desde ahí tenemos los mejores amigos que existen.

Pasamos la semana completa con ellos, sintiéndonos unos más del grupo. Compartimos risas, canciones, anécdotas, viajes y más. Es que tener un amigo brasilero, además de enseñarte amistad, te enseña a vivir la vida.

Nos despedimos un poco tristes pero a la vez felices, se venía la última patita: Río de Janeiro, donde me reencontré con los amigos que hice durante mi intercambio en 2011.

El tiempo me dio la razón

Después de transcurrido un año puedo decirles que lo mejor de viajar es hacer amigos por el mundo. Tanto así que desde el verano del 2014 no hemos perdido contacto y hemos re jurado volver a vernos.

Es tan real lo que les cuento que dos de ellos recibieron a mi familia en su casa para el mundial sin pedirme nada a cambio; y, a la vez, ellos se quedaron en mi casa cuando vinieron al matrimonio de mi hermano. Si eso no es amistad verdadera, ¿qué es?

Tamara junto a los amigos que hizo en el viaje

Junto a los amigos que hice en el viaje

Comentarios