Parte 2: los 10 mejores platos que probé en Asia


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La semana pasada les mostré la primera parte del compilado de los 10 mejores platos que probé durante mi viaje por Asia. Esta es la segunda parte (con bonus track incluido).

 

Plato de pato con arroz

Yā Fàn

6. Yā Fàn

Había probado pato en varias partes –no es extraño encontrarlos colgando de las vitrinas de muchas calles a lo largo de Asia–, pero el mejor para mí fue el que comí acá. El Yā Fàn o duck rice se come asado, cortado en pedacitos, servido arriba de una porción de arroz, acompañado de huevo duro, tofu y verduras, y aliñado con una salsa espesa que le da el sabor agridulce.

7. El verdadero sushi

Ni queso crema, ni palta, ni pollo, ni champiñón tempurizado. Menos carne o cualquier otra adaptación occidental –sólo por dar un ejemplo, mientras vivía en Australia probé un roll con escalopa de pollo, raro. El sushi de Japón, el real sushi, es simplemente arroz con pescados crudos y es el que más me ha gustado. Tokio tiene el mercado de productos marinos más grande del mundo; el Tsukiji Fish Market, que cada día abre a las 3 AM con productos recién traídos del mar, donde van a abastecerse restaurantes y supermercados. Probar sushi con pescado así de fresco, es otra cosa.

Pad Thai

Pad Thai

8. El clásico Thai

Es rico, llenador y tan barato, que se convirtió en mi mejor opción; por poco más de un dólar te puedes comer un buen plato. Lo otro, es que en casi todas partes lo preparan muy bien; desde puestitos de la calle hasta los sobrevalorados restaurantes de Khao San Road, donde cobran unos cinco dólares. El mejor lo probé al costado del templo Wat Arun en Bangkok; preparado en un puestito por una señora en un wok en el que iba echando los fideos de arroz, salsa de pescado, el huevo, tofu y brotes de soya. Normalmente lo sirven encima de una hoja de plátano, decorado con limas y maní picado encima. Tema aparte es cómo preparan el tofu en Tailandia; he tratado infinitamente y nada; no sé qué le hacen o cómo lo aliñan para que les quede así de rico.

9. El baguette negro

Apenas llegué a Tokio encontré en mi hostal mapas de distintos barrios que enumeraban cosas entretenidas para hacer. En uno de esos salía “probar un baguette negro”, así que lo hice apenas encontré un puestito donde vendían. Esta maravilla era un pan bastante grande, negro y relleno con queso. No sé cómo explicarlo, era maravilloso; para mí cualquier cosa que venga del mar merece un lugar especial en este mundo y ese pancito hecho con tinta de calamar, no fue la excepción, a pesar de que a simple vista no parecía muy apetitoso porque parecía estar completamente carbonizado. Además de su sabor, lo mejor era el precio (costaba como dos dólares), incluso más barato que andar en metro.

10. Banana Pancakes

Para mí estos fueron los mejores desayunos de Asia. Los probé por error mi primer día en Indonesia porque el desayuno que había pedido se había acabado y nunca más los dejé; servidos con miel y alguna fruta como piña o uno de esos plátanos chiquititos que hay en Asia, son la mejor forma de empezar un caluroso día al otro lado del mundo.

 

Atardecer en Ko Phangan

Atardecer desde Mandolino Pizzería

BONUS TRACK

Mandolino Pizzería

Con más hambre que ganas de vivir llegué a Koh Phangan, una isla al sur de Tailandia, famosa por ser la locación de la ya mítica Full Moon Party. Elegí el primer restaurant que vi donde tuvieran WiFi; además de hambre, tenía que reservar un hotel. Fue una de las experiencias más lindas de todo mi viaje; Mandolino Pizzería era atendida por sus propios dueños italianos que preparaban unas pizzas a la piedra que hacen de este mundo un lugar mejor. El broche de oro es que quedaba al lado de la playa y desde ahí se veían los mejores atardeceres.

Kopi Luwak, el  café más caro (y raro) del mundo

El Luwak es un mamífero algo más grande que un gato y no muy bonito. Su gracia es que se comen las semillas del arbusto del cafeto, que después de ser eliminadas por su tracto intestinal, son limpiadas, procesadas, tostadas y luego comercializadas a un precio exuberante. Sí, es café de caca de este animalito. En Ubud, en la isla de Bali, hay varias plantaciones donde uno puede ir y degustar este y otros bebestibles. La cata de 10 tacitas cuesta diez dólares y de verdad vale la pena.

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