Nueva Zelanda en campervan
Es uno de los viajes más lindos que he hecho. Este país de por sí tiene un encanto especial, pero recorrer Nueva Zelanda en campervan fue sin duda el toque mágico a esos lindos paisajes verdes.
Volamos de Sydney a Christchurch, donde a altas horas de la noche fuimos a buscar la campervan que habíamos contratado meses atrás. Las Jucy Van son un ícono de Nueva Zelanda y Australia. Su color verde con morado las distingue en cualquier carretera en la que uno esté viajando. Nosotros arrendamos la básica: con cocina en la maleta y una corrida de asientos que se convertía mágicamente en una cama de dos plazas. Todo incluido: sábanas, ollas, utensilios, almohadas, etcétera. Maravillados con esta casi casa rodante, manejamos hasta el primer camper area que encontramos. Así, a la mañana siguiente y con un sol de invierno que iluminaba las montañas y el camino digno de una postal, comenzamos a recorrer la isla sur de Nueva Zelanda.
Mount Cook fue nuestra primera parada y una de las más heladas. Ahí teníamos a una amiga que nos alojó en los estacionamientos del hotel donde trabajaba. Este lugar se conoce en cinco minutos arriba de un auto, pero está literalmente en la montaña, por lo que con solo mirar el paisaje, para ese entonces nevado, te maravillabas. Con Diego nos preguntábamos cómo había gente viviendo ahí, donde los cigarros o un snack los encontrabas en un solo lugar (increíble, pero había hasta un colegio). Una noche ahí y seguimos nuestro camino.
Pasamos por Tekapo Lake, de un color turquesa increíble. Había que andar con cuidado ya que el camino estaba resbaladizo a causa del hielo. Llegar hasta allí no solo nos tomó tiempo por eso, sino también porque íbamos parando con cada paisaje tipo El Señor de los Anillos con el que nos topábamos. Es decir, parábamos bastantes veces por tramo. ¡Esa isla entera es la película misma!
Seguimos hasta Wanaka, donde aprovechamos de cocinar un pedacito de carne en uno de los rest areas. Es genial, porque hay montones y facilitan parrillas y mesas para viajeros como nosotros que van recorriendo la isla y hacen un stop a la hora de comer. En Australia también los había, ¡la gente los mantiene tan bien! Esa escena la repetimos infinitas veces, solo cambiando el paisaje. Imposible decir cuál era el más lindo. En Nueva Zelanda, quizás a diferencia de Australia, se respira calma y tranquilidad. La gente disfruta del silencio y andan todos bastante más relajados. Por lo menos esas fueron las conclusiones que sacamos con Diego al llegar nuevamente a Sydney.
De Wanaka seguimos a Arrowtown, uno de mis favoritos. Un pueblo con construcciones de tipo alemán, que tenía un jardín japonés y un local tras otro de café. Por supuesto nos tomamos nuestros clásicos moccas. Con ese frío, un cafecito nos venía perfecto para el paseo. No me cansaba de ver tanto verde, tanta vegetación y cómo todo lo mantenían tan bien. Recorrimos Arrowtown por casi dos horas para seguir a nuestro destino final: Queenstown. La entrada a una de las ciudades más emblemáticas de la isla sur fue muy linda, ya que la ves desde las alturas al ir bajando desde la montaña. Llegamos al atardecer, por lo que resultó ser aún mejor. Nevado por completo y con un frío que hace mucho rato no sentía, logramos dar con un sitio para campervans a orillas del lago y entre montañas. Si bien extrañaba una ducha, despertar en ese ambiente y tomar desayuno con la nieve literalmente encima es para repetirlo.
Partimos a recorrer Queenstown, donde además pasé mi cumpleaños número 25. Como regalo, Diego me regaloneó con pasteles y un mocca del mejor grano, para en la noche ir a comer a El Loco, una taberna mexicana donde aprovechamos de tomarnos unas cervezas para celebrar.
Entre medio de todo nuestro viaje paramos en muchos otros pueblos, como Fairlie, Geraldine y Cromwell, y la verdad es que todos son un sueño. No podría decir qué es lo más lindo de Nueva Zelanda, porque no conozco aún la isla norte. Pero sí tengo que recomendar que, si llegan a viajar a la isla sur, tienen que recorrerla en campervan. Está hecha para ello, lo que te permite disfrutarla mucho más, pudiendo sentir el verdadero encanto de las tierras de Frodo.