Ningaloo Reef, entre mantarrayas y un tiburón


Banner Faro Tours
Banner Faro Tours

 

Con pocas expectativas y mucha curiosidad partí a recorrer la costa oeste australiana… Aquí les cuento cómo un lugar tan desconocido se transformó en mi destino favorito. Por Angela Reinecke.

 

Canguros recién nacidos

Canguros bebés en una reserva animal

Me había ido a Australia por un año y, después de varios meses trabajando en Melbourne, consideré que ya era hora de recorrer un poco otros lugares de este país. Toda la vida había soñado con la famosa Gran Barrera de Coral, pero mientras planeaba mi viaje y me conseguía datos con la gente, todos me recomendaban visitar la costa oeste también, así que pensé: “Bueno, si ya estoy acá, ¿por qué no darle la vuelta completa al territorio australiano?” Y partí, muy motivada por un lado, porque era mi primer viaje desde que había llegado a Australia, pero la verdad es que tenía muy pocas expectativas del lugar adonde iba.

Así fue como llegué a la ciudad de Perth e inmediatamente me incorporé a un tour que recorría la costa rumbo al norte. No llevaba ni media hora en el auto y ya estaba inspirada y maravillada por completo con el paisaje, que era espectacular. La mezcla de colores que se da ahí es impresionante: el océano turquesa, las dunas blanquísimas y una vegetación muy diversa y colorida.

Arrecife Ningaloo

Arrecife Ningaloo

El arrecife: un paraíso escondido

Después de varios días de viaje llegamos a Coral Bay, un pueblo muy pequeño desde donde podríamos ir al Ningaloo Reef. Es muy especial ya que es el único gran arrecife en el mundo que se encuentra tan cerca de la costa. Pero a pesar de su fácil acceso, son pocos los que lo visitan, lo que convierte a este paraíso un lugar bastante untouched, y por suerte aún no está plagado de turistas. Me resulta difícil describir en palabras la cantidad de emociones que sentí al entrar al agua. ¡Había tantos peces, tantos colores, tanta vida!

Además, cada año cientos de tiburones ballena lo visitan entre marzo y junio. Como yo fui en septiembre, no tuve la oportunidad de nadar junto a estos majestuosos gigantes, pero no iba a dejar pasar la ocasión de hacerlo con mantarrayas. Nos llevaron en un bote y apenas el guía divisó a un grupo, nos metimos al agua. Se trataba de una pareja de mantarrayas que se movía de manera pacífica y romántica… Nadé sobre ellas un rato y después me puse a su lado para observarlas mejor. Fue una instancia única que se ha transformado en un recuerdo inolvidable.

Dunas en Nueva Zelanda

En las dunas

Frente a frente con un tiburón

Al día siguiente fuimos a Turquoise Bay, una playa paradisíaca totalmente solitaria. ¿Es que acaso nadie conocía este lugar? ¡Encuentro genial que todavía queden paraísos escondidos en el mundo!

Sólo nos encontramos a una señora que nos contó que había nadado junto a un grupo de delfines un rato atrás. Expectantes y ansiosos, nos metimos con aletas y snorkel al agua. Nadamos algunos metros y de pronto ya nos encontrábamos entre corales y peces multicolores. No logramos ver a los delfines, ¡pero nos topamos con un tiburón! Toda la vida les había tenido terror y rogaba nunca encontrarme con uno, pero en ese momento olvidé todo y simplemente disfruté nadar junto a él… Horas más tarde recordé cuánto había temido ese momento, que ahora significaba una de las mejores cosas que me había pasado.

Esa misma tarde fuimos a ver el atardecer a un cerro. Mientras el sol se escondía, un grupo de ballenas jorobadas jugaban delante de él… ¡Qué buena manera de terminar el día!

Mi estadía en Australia occidental se acababa y debía volver a Perth para seguir mi viaje, cuyo próximo destino ahora sí era la añorada Gran Barrera de Coral, pero ni siquiera el arrecife más grande y famoso del mundo podría superar mi experiencia en el desconocido Ningaloo, al cual sueño con volver algún día, y espero que para entonces aún no lo hayan descubierto muchos más.

Lugar:

Australia

Comentarios