Todos los domingos, bolivianos y turistas se reúnen en el gimnasio de la localidad de El Alto para alentar a su cholita favorita. Para ellos, ver a dos mujeres trenzándose a combos sobre un cuadrilátero es todo un panorama. Y yo quiero saber por qué.

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El público espera expectante. El ring aún está vacío. De pronto, por altoparlante, una voz presenta a Carmen Rosa. La campeona histórica de lucha libre de cholitas ingresa triunfante, con su pollera que le llega hasta los tobillos y el pelo tomado en dos largas trenzas. Se sube al cuadrilátero y espera a que aparezca Yolanda “la amorosa”, su contrincante. El árbitro indica la partida y se inicia la pelea.

Así es como me imagino una pelea entre las Cholitas Luchadoras más reconocidas de Bolivia. Y así es como, según he investigado, son la mayoría de estos espectáculos bolivianos.

Los puñetazos, las patadas voladoras, los escupitajos, las llaves y las luchadoras volando por los aires son parte de este particular show que, desde hace algunos años, se ha transformado en una tradición boliviana.

Más que la versión mexicana, e incluso que el curioso “lanzamiento de enanos”, este deporte me ha intrigado desde que supe de su existencia. Muchos dicen que gran parte del show no es nada más que eso, teatro preparado. Sin embargo, ver a dos mujeres vestidas con trajes tradicionales de Bolivia sobre un cuadrilátero, sacándose la madre, es algo que no puedo dejar de vivir.

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Ser parte

El Alto es una localidad que queda a pocos kilómetros de La Paz. Su hito más importante es el gimnasio Multifuncional, el centro de combate para las Cholitas Luchadoras.

Tan famoso se ha vuelto este deporte, que algunas agencias de la capital boliviana ofrecen tours para presenciar una pelea, que incluyen un paquete de pochochos (cabritas de maíz) y una bebida para disfrutar mejor el show. Unboliviable  rezan los folletos que invitan a participar en este espectáculo que ya se ha convertido en el panorama dominical de los alteños.

Personalmente, tengo pendiente visitar varios sitios de Bolivia. Y a muchos de ellos debo llegar a través de La Paz. Así que, si estaré en la capital, ¿qué más da hacer calzar mi visita con un domingo e ir a ver uno de los deportes más bizarros que me podría imaginar?

Carmen Rosa… ¡pronto te estaré alentando!