La isla de Flores: el lado B de Indonesia


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Pareciera ser que nos olvidamos de que estamos en Indonesia al encontrarnos recorriendo campos de arroz con forma de telas de araña, un volcán conocido por tener tres lagunas de distintos colores y una villa autóctona con locales que sólo se comunican con gestos, pues el inglés está aún muy lejos de llegar. Nos encontramos también siendo testigos presenciales de cómo se prepara el famoso brebaje local llamado arak y mucho, mucho más. Todo esto pasa en la isla de Flores, un lugar al que pocos turistas llegan, pero los que lo hacen coinciden en que es altamente recomendable de visitar. Un imperdible.

 

Al escuchar Indonesia todos pensamos inevitablemente en Bali, las Gili o Lombok, sus islas más conocidas. Pero hay mucho más, pues este país está conformado por cerca de 17.508 islas, entre las cuales se encuentra Flores, que fue bautizada así por los portugueses que atracaron sus barcos en ella a principios del siglo XVI.

Es un lugar muy distinto a todo el resto, pues la mayoría de sus habitantes son católicos (a diferencia de las otras islas de éste, el país con más musulmanes del planeta). Quizás alguna vez la escucharon nombrar a causa de los huesos que se encontraron en ella en 2003. Estos pertenecían al homo floresiensis, una especie del género homo desconocida hasta entonces, cuyos miembros eran como hobbits que medían poco más de 1 metro de altura.

Bena, Flores, Indonesia

Con mis compañeras de viaje

La sorpresa de lo desconocido

Tras un viaje en barco por cuatro días desde Lombok llegamos al extremo oeste de Flores, a Labuan Bajo, y desde ahí recorrimos en cinco días toda la isla parando en los puntos más interesantes, hasta llegar a Maumere, al extremo este, desde donde tomamos un vuelo de vuelta a Bali. Simplemente nos bajamos del barco en el punto inicial, sin itinerario, planes ni mucha idea de qué sería lo que veríamos.

Así fue como conseguimos el teléfono de un local que alguna vez llevó en su auto a la amiga de un amigo de un conocido de… bueno, ya saben, de alguien que nunca sabremos quién es o si verdaderamente existe. El hecho es que nos contestó alguien al otro lado del teléfono, nos juntamos en plena calle, regateamos un precio razonable y partimos la aventura. Quedamos en que él nos llevaría a ver los puntos más interesantes de la isla y que nos encontraría hostales (casi siempre de amigos o conocidos del mismo chofer) a buen precio, donde pudiéramos descansar para empezar temprano cada día a sorprendernos con la belleza de Flores.

Maumere, Flores, Indonesia

Durante nuestro viaje conocimos gente increíble

Campos de arroz, volcanes y playas exóticas

Nuestra primera parada fue para ver los campos de arroz desde lo alto de una colina, cuya particularidad –a diferencia de los famosos campos de Ubud, en Bali, o de cualquier otro que podamos haber visto antes– es que fueron diseñados con forma de telas de araña, un espectáculo digno de ver alguna vez y cuya razón de ser ni el propio guía-chofer pudo explicar.

Isla de Flores, Indonesia

La mejor panorámica de Flores: sus campos de flores con forma de telas de araña

Luego nos llevo a presenciar y participar en el proceso de elaboración del arak, un brebaje típico de la zona que, según nos explicaron, se extrae de la palmera, y que luego de un largo trabajo por etapas acaba siendo una tradición en la mesa de los habitantes de Flores. Además de ver todo esto nos ofrecieron probarlo, a lo que claramente no nos pudimos negar. Creo que sólo me mojé los labios y tragué un poco, suficiente para sentir una llamarada bajando por mi garganta. Agradecí profundamente no haberme tomado el vaso completo de una sola vez al estilo shot, como me recomendaron los locales. Sonreí por cortesía y volví al auto sin comprar la botella que nos ofrecían para que compartiéramos en alguna tertulia nocturna con el grupo de amigas.

Bena, Flores, Indonesia

De fondo, la aldea de Bena

Con este particular sabor en la boca paramos a dormir y al otro día temprano fuimos a un lugar maravilloso: la aldea tradicional de Bena, en Bajawa. Hoy, tan sólo con ver las fotos de ese día me emociono. Y es que Bena es uno pueblo ngada, una etnia de Indonesia conformada por personas que viven de sus artesanías y cosechas. Probamos la macadamia fresca, olimos ramas de vainilla que nos dejaron su perfume impregnado en la nariz, vimos cómo tejían sus mantas y compartimos con los niños de la aldea. Todo esto con una vista que parecía sacada de una película, con un cielo azul y nubes perfectas de fondo junto las casas tradicionales de los bena. Una maravilla.

Después de pasar varias horas en el auto escuchando y coreando una lista de música muy peculiar que nos puso el chofer llegamos al pueblo de Moni, donde no hicimos más que comer y dormir temprano para al día siguiente ir a la principal atracción de Flores: el volcán Kelimutu, de 1.620 metros de altura, rodeado por tres lagos de distintos colores ubicados en tres cráteres a su alrededor. Ahí vimos un amanecer precioso y sacamos una sesión de fotos para el recuerdo.

Kelimutu, Flores, Indonesia

En Kelimutu

Paramos también en el camino, así como si nada, en una playa de arena negra con piedras azules en un lugar llamado Ende, y así nos fuimos encontrando con un montón de sitios llenos de magia que juntos hicieron de nuestro viaje una aventura muy entretenida y recomendable para todos quienes tengan la posibilidad de ir a Indonesia y les interese ver un poco más allá de los destinos turísticos. ¡Anímense y vayan a Flores!

Ende, Flores, Indonesia

La increíble playa de Ende

 

Lugar:

Indonesia

Intereses:

Gente Playas Trekking

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