La aventura de explorar la Antártica


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Mitos e historias reales de grandes exploradores del fin del mundo llenan cada uno de los congelados rincones de la Antártica que me llaman a gritos para salir a conocerlos.

 

Lobos marinos en la Antártica

Lobos marinos

Creo que la Antártica es un destino con el que he fantaseado casi toda mi vida. En clases de historia me contaban las intrépidas excursiones de seres humanos que contra todo pronóstico cruzaron por el blanco continente y se encontraron con algunas maravillas que hasta el día de hoy permanecen como un misterio para ojos de la mayoría.

Si bien se dice que los primeros avistamientos ocurrieron en 1819, este sector aún conserva la etiqueta de “destino exótico” gracias a que ha logrado permanecer libre del turismo invasivo en un mundo donde los aviones llegan prácticamente a cualquier lugar del globo terráqueo.

Con el paso de los años –y tras ver cientos de fotografías de este frío rincón del planeta– mi mente ya creó una imagen de la Antártica en la que sólo me basta cerrar los ojos para sentir como si ya hubiera estado ahí, recorriendo las inmensas estructuras de hielo y admirando la eterna luz de un día veraniego, llenándome de la nostalgia de un lugar que sólo he conocido en alucinaciones.

Pingüinos en la Antártica

En la Antártica hay pingüinos de Adelia, papúa, antártico, rey y emperador.

Mucho más que sólo hielo

“Allí termina todo y no termina: allí comienza todo: se despiden los ríos en el hielo, el aire se ha casado con la nieve, no hay calles ni caballos y el único edificio lo construyó la piedra”, escribió el famoso poeta Pablo Neruda en su título Piedras antárticas. Si bien él no alcanzó a ver los avances que se han hecho actualmente, la magia de la Antártica ha logrado mantener ese sentimiento de estar en medio de una inmensa exposición natural.

El continente tiene una superficie aproximada de 14 millones de km² y temperaturas que en el mes más cálido varían entre -45° y -15°C en el centro, mientras que en la costa van desde -5° a 5°C. Por eso durante el verano lo visitan miles de viajeros que quieren descubrir un territorio que durante siglos ha hecho brillar las pupilas de aquellos con alma exploradora.

Aquí se encuentra aproximadamente el 90% del hielo terrestre, convirtiéndola en la mayor reserva de agua dulce del mundo. Como si lo anterior no fuera suficiente, nadie puede decir que no sería increíble admirar este surreal paisaje congelado, donde sentirse Bear Grylls no debe ser muy difícil, pues la civilización parece no existir.

Si bien la idea de ir en una embarcación ya es bastante entretenida, mis planes incluyen subirme a un zodiac y no irme hasta ver un espectáculo de ballenas nadando alrededor. Esto sin contar todas las posibilidades de fotografiar la vida marina que aquí se puede encontrar, donde las orcas, elefantes marinos, pingüinos (de Adelia, papúa, antártico, rey y emperador), focas de Weddell, lobo fino antártico y distintas aves, son sólo algunas de las maravillas que se esconden en este paisaje helado.

Barco en la Antártica

Un viaje de diez días cuesta cerca de 4 mil dólares

Ahorrar y cruzar los dedos por una oferta

La aventura comienza en Punta Arenas o Ushuaia, donde se pueden hacer distintos recorridos dependiendo de lo que se quiera y lo que decida el bolsillo de cada uno, ya que hay paquetes turísticos para todos los gustos. Algunos duran menos tiempo que otros y la diferencia de precios se ve reflejada en la cantidad de días que uno viaja y las actividades que ofrecen. Por ejemplo, desde Ushuaia se necesitan alrededor de 4 mil dólares para un viaje de 10 días en un camarote compartido y sin actividades complementarias. Ese es uno de los precios más baratos.

Si bien no es un destino imposible de llegar, el alto costo de las embarcaciones actuales hace que para mi presupuesto mochilero explorar la Antártica por ahora siga siendo parte de un sueño. Pero si eres de quienes no les molesta pagar por paquetes turísticos para destinos paradisíacos, el precio quizás te parezca accesible y lo más seguro es que te entregue una experiencia inolvidable que muy pocos afortunados sean capaces de repetir.

Sin embargo, hay que dejar de lado la idea de que será como une crucero al Caribe, donde se pasa bebiendo en instalaciones de lujo. La idea de hacer un viaje al fin del mundo va más dirigida a los aventureros que vibran con aquellos versos de Neruda, gozan con la idea de caminar en una zona donde pocos han llegado y se maravillan al pensar en los tesoros que el gran círculo blanco tiene para ofrecer.

Lugar:

Chile

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