Irán: la verdadera tierra de Las mil y una noches
Siempre está bueno aprender algo nuevo y darnos cuenta una vez más de que la televisión, y sobre todo las teleseries, cumplen un papel increíble desinformándonos.
Quienes hayan leído Las mil y una noches entenderán esta historia, pues sus cuentos tienen origen en Persia, territorio hoy conocido como Irán. Sin embargo, quienes guardan prejuicios sobre este país están muy equivocados.
A Irán quise ir hace dos años, cuando estaba en China, pero por un tema de tiempo tuve que aplazarlo indefinidamente. En ese mismo tiempo conocí en India a una persona muy especial, quien hoy en día es mi esposo, y para celebrar esta nueva etapa, en vez de fiesta decidimos invertir todo lo que teníamos en un viaje increíble en el que ambos coincidiéramos.
Al principio teníamos algunas dudas porque, al ver la cantidad de muertes de turistas y los problemas con ISIS, creíamos que había que estar un poco loco para ir a meterse a un lugar donde uno sabe si lo van a secuestrar o a matar.
Nos comunicamos con las embajadas de Argentina y Chile en Irán, desde donde nos dijeron que no pasaba absolutamente nada; a la vez, muchos blogs de gente que había viajado recientemente coincidían en que no había de qué preocuparse; y también leímos todas las noticias relacionadas. Recién ahí, y una vez seguros de que no nos íbamos a meter en las patas de los caballos, sacamos las respectivas visas y compramos los pasajes.
Abajo los mitos
Estuvimos exactamente 15 días en Irán y descubrimos que es un país increíble con gente fantástica. Todo lo que alguna vez escuché sobre que era peligroso –en el libro No sin mi hija, que leí a los 12 años, los hacen quedar como salvajes– no refleja el Irán que conocí. En realidad es la verdadera tierra de Las mil y una noches, con piletas, teterías donde te sientas a comer dátiles, bazares escondidos y personajes de cuento.
Algunas de las cosas que más me sorprendieron fue lo extremadamente limpios que son, la belleza de sus mujeres, lo difícil que es cruzar la calle en Teherán, los músicos de zetar tocando afuera del metro y un viejito que vendía miel por litro en la calle con su tarrito de metal.
Desde Teherán nos fuimos a Isfahán, una ciudad repleta de jardines y un río; luego a Yazd, la ciudad desierto de Zaratustra que está llena de niños afganos que viven de refugiados; más tarde a Persépolis, que destruyó Alejandro Magno (y de la que ya no queda casi nada); y finalmente a Shiraz, la ciudad de los poetas de Persia.
Para los que quieran un viaje súper especial y distinto se los súper recomiendo. Eso sí, les paso algunos datos extra que deben tener en cuenta si quieren visitar este país:
- No se habla árabe, sino persa
- El paño en la cabeza es obligatorio para todas las mujeres
- Se necesita visa para ingresar, y se puede obtener en la embajada de Irán más cercana
- Está absolutamente prohibido ingresar alcohol al país