Hôi An, una ciudad detenida en el tiempo


Banner Faro Tours
Banner Faro Tours

 

Llegar a Hôi An es como salir de Vietnam por un rato y entrar a una ciudad detenida en el tiempo, entre sus callecitas medievales y sus miles de colores. Es huir del caos de las ruidosas ciudades vietnamitas y sólo disfrutar de esta maravilla de la historia.

Casco antiguo Hoi An

El casco antiguo de Hoi An es Patrimonio de la Humanidad

Hace años escuché que Hôi An era “la ciudad de los sastres” y eso era casi todo lo que sabía cuando tomé un tren de 18 horas desde Ho Chi Minh City, con destino final Da Nang; un balneario que se suponía muy bonito, pero que me recibió con una playa en ruinas y una tormenta que duró varios días. Como ya tenía el hotel reservado, me sirvió para descansar y ponerme al día con las películas. Desde ahí tomé una van hasta Hôi An, que en menos de una hora me dejó en la puerta del que sería mi nuevo hogar por los próximos días.

El hotel era sencillo, barato y atendido por sus propios dueños, como casi todo en Vietnam. No me acuerdo del nombre, pero si algún viajero se aventura en llegar hasta allá, juro que lo busco hasta encontrarlo y le doy el dato. La familia era encantadora y tenía la tradición de organizar una comida con todos los viajeros para que la gente se conociera, intercambiara historias y disfrutara de la inolvidable comida vietnamita; la especialidad de Hôi An es el white rose, una especie de dumpling hervido hecho de harina de arroz, relleno con algún tipo de carne y untable en una salsita.

Botes en Hoi An

En español, Hoi An significa «pacífico lugar de encuentro»

Un poco de historia

En Hôi An viven 120 mil personas –una miseria para los casi 10 millones que repletan Ho Chi Minh y los 6,5 que viven en Hanoi, la caótica capital– y es famosa porque tiene un casco antiguo magníficamente conservado desde el final de la edad media, la época de oro de este antiguo puerto desde donde se comerciaba a muchos puntos del planeta, y que alguna vez estuvo ocupado por inmigrantes chinos, japoneses, indios y holandeses.

Pero la historia de la ciudad se remonta a un par de milenios atrás, cuando en pleno siglo I d.C. era el principal puerto del Sudeste Asiático, y a unos siglos después, cuando cerca del año mil llegó a controlar prácticamente todo el comercio de especias de la época.

En resumen, Hôi An es pura historia. Su celebrado casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO y sus angostas callecitas sólo reciben peatones. Un agrado en un país que parece no descansar nunca y que está invadido por motos.

Lámpara en Hoi An

Las lamparitas de papel se prenden cada noche

Pura paz

Lo que más me gustó de estar allí es que esa pequeña ciudad es un escape de la violenta historia que ha azotado al pueblo vietnamita. Hôi An es pura paz; entre sus cientos de sastres y vendedores de lamparitas de papel, parece que el tiempo se hubiese detenido hace siglos, y que la guerra, la masacre y la destrucción nunca hubiesen llegado hasta allí. No por nada su nombre significa “pacífico lugar de encuentro”.

Antiguamente la ciudad se llamaba Hai Pho y estaba dividida en dos áreas principales: una dominada por Japón y otra por China. El paso de un lado a otro se hace a través del puente Chùa Câu, construido por los japoneses en 1595 y probablemente la postal más famosa de la ciudad. Como todo en Asia, este lugar también tiene su explicación; según cuenta la leyenda, el puente fue levantado para cazar a un monstruo que causaba violentos terremotos en la zona. La gente de Hôi An creía que los pilares del puente destrozarían el corazón del monstruo.

Lo mejor de esta ciudad es que no hay un itinerario fijo ni lugares imperdibles. Hôi An no es en absoluto pretenciosa, pero aquí va el resumen de lo que a mí más me gustó: deambular entre las cientos de sastrerías que inundan sus coloridas calles, con modistas que te invitan a pasar –bajo la promesa de que en 24 horas tu vestido o traje estará en la puerta de tu hotel–; caminar por la ciudad de noche y ver que a esa hora es todo aún más colorido pues, al ponerse el sol, los vendedores ambulantes prenden las miles de lamparitas de papel de sus puestos y la ciudad entera se ilumina.  Tomar cerveza por 3.000 dongs (algo así como 90 pesos chilenos) mirando al río Thu Bồn; comer en el mercado de comidas de la calle Công nữ Ngọc Khoa, recorrer los templos chinos repartidos por toda la ciudad, probar la exquisita comida del restaurant Morning Glory –el más celebrado de Hôi An y, para mí, uno de los mejores de todo Vietnam– y, para pedir buenos deseos, prender una lámpara de papel, dejarla en las aguas del Thu Bồn y ver cómo se la lleva la corriente.

Puente japonés den Hoi An

Puente japonés

Lugar:

Vietnam

Intereses:

Gente Historia

Comentarios