Con pasaje comprado, estamos listos para planificar nuestra nueva aventura por Panamá. Esta vez la Comarca Indígena Guna Yala será la protagonista.

Mujeres guna

Mis viajes empiezan cuando decido a qué lugar voy a ir. Pero se sienten mucho más reales una vez que tengo el pasaje comprado. Eso me pasó el otro día.

Desde que fuimos la primera vez, con Felipe tenemos ganas de volver a Panamá. Ya conocimos Bocas del Toro y ahora nuestros ojos están puestos en otro archipiélago de playas tanto o más alucinantes: San Blas.

Así que ahora, con pasaje asegurado, me dispongo a contarles qué hay en estas islas que nos tiene tan pegados.

Una isla para cada día del año

En realidad San Blas ya no se llama así. Hace casi 20 años pasó a denominarse legalmente Comarca Indígena de Guna Yala por los nativos que habitan 50 de las 365 islas del archipiélago.

Cada isla es administrada por una familia, y muchas han optado por crear en ellas cabañas, campings y posadas, ya que las grandes cadenas hoteleras no han logrado entrar a Guna Yala. Sí o sí, hay de donde elegir.

Eso quiero: descansar en la isla Yandup

Si fuera millonaria me quedaría a ojos cerrados en Yandup. Tiene cabañas frente al mar e incluso unos palafitos inmersos en el agua. Se come lo que los gunas de la isla logran pescar en el día, y ellos mismos te llevan a conocer las playas más bonitas del archipiélago.

Si el tiempo nos alcanzara, estaríamos dispuestos a conocer cada una de las islas, hasta las más chiquititas. Pero como queremos dejar algo de nuestras tres semanas en Panamá para recorrer otros lugares –como aprovechar mejor Ciudad de Panamá y quedarnos algunos días en Las Perlas–, tendremos que elegir.

Mi selección

Por nada me pierdo la isla Perro, conocida por el barco que hace más de 70 años recaló cerca de la orilla, para quedar allí hasta hoy. La embarcación no sólo se ve por la poca profundidad a la que naufragó, sino también porque el mar es excesivamente transparente. El equipo de snorkel y la GoPro no se nos pueden quedar.

Lo otro que se ve bien bueno es el banco de arena que se levanta en medio del mar Caribe, donde el agua no te alcanza a llegar a las rodillas. Es particularmente especial porque está lleno de estrellas de mar que se ven fácilmente a través del agua.

Kagantupu, por su parte, es como cualquiera se imaginaría la verdadera isla Kem. Es más bien un cayo lleno de palmeras, con amplias zonas de arena blanca para echarse y olvidarse de todo (pero de todo, en serio).

Coco Blanco tampoco lo hace nada de mal. Es muy, muy chiquitita y no hay mucho espacio para ocupar en la arena, entre palmeras y chozas. Pero yo no tengo problema con permanecer eternamente adentro del agua.

Las expectativas son altas y las islas numerosas. ¿Cómo vamos a estar tan equivocados?

Una de las 365 islas de San Blas